I

72 12 4
                                    

- ... Ustedes no pueden pasarse días y días sin practicar - decía el profesor de piano más estricto de toda la universidad, Min Yoongi, a su clase de primer año -. Tienen que sentarse al menos tres horas cada día y tocar, agilizar los dedos, preparar la mente. Es la única manera de ser un buen pianista, chicos.

Era Abril en Corea del Sur. La clase B de Piano I de la Universidad de Música de Seúl estaba por terminar y el profesor se estaba saliendo de sus cabales porque sus alumnos no le dedicaban el tiempo suficiente a su materia.

- Pero señor, también tenemos otras obligaciones, no podemos estudiar tanto tiempo este instrumento - reclamó Kim Jihyo, una de las alumnas más aplicadas.

- No me importa, se supone que ustedes quieren llegar lejos acá, y sólo lo van a lograr si dan todo de ustedes, todo...

- ¿Y tenemos que reprobar las demás materias por dedicarnos tiempo completo a esta? No es justo, no se puede... - interrumpió otro alumno, Heo Kayee.

- No es mi problema el cómo consigan el tiempo para lograrlo, dejen de dormir si es necesario. No pueden estudiar música y graduarse sin saber tocar el piano decentemente... 

Justo en ese instante, la campana sonó y salvó a la clase entera de seguir escuchando los retos del profesor. Todos juntaron sus cosas, se levantaron y fueron a su siguiente clase. Park Jimin, sin embargo, ese alumno que había sido becado por su innato talento y que tenía una inmortal pasión por la música, se retrasó unos momentos, después de que el último chico de la clase cerrara la puerta tras él.

- Disculpe, señor Min, ¿podría hablar con usted un momento?

- Sí, Jimin, ¿qué pasa? - dijo Yoongi con una calma que parecía haber recuperado recién.

- Me preguntaba si usted me podía ayudar con la obra que tengo que hacer para mi examen de Armonía... es en piano y necesito de un experto... - Jimin lo miró con unos ojos que exponían inocencia, pero más profundo se notaba cierta picardía.

Jimin había maravillado a Yoongi en todos los sentidos desde el día en que entró. Su facilidad para tocar largas obras de Bach sin cansarse ni trabarse lo dejó impresionado. Su manera de desplazarse en el teclado como si estuviera nadando lo dejaba flechado cada vez que tenía la oportunidad de admirarlo. Y también había podido escucharlo cantar un par de veces; sabía que tenía una voz preciosa con muchísimo potencial y un registro cada vez más extenso. Pero nada de esto opacaba lo mucho que amaba sus hermosos ojos y sus labios que formaban una dulce curva cada vez que sonreía. Aún sentía un poco de culpa cada vez que recordaba sus repetidos encuentros nocturnos, donde se desvivía por devorar al menor y deseaba que fuera suyo todos los días. Pero era tan indebido salir con un alumno que ni siquiera se le cruzaba por la cabeza proponerle algo más que simples roces de sus pieles algunas veces por semana.

Yoongi sintió unos escalofríos de deseo al ver la mirada de su alumno, que le recordaba que ya hacía mucho tiempo que no se citaban en un cuarto, solos.

- A ver, vamos a sentarnos al piano y te ayudo - el mayor lo guió hacia la banqueta. Como era un profesor caprichoso, había conseguido que la universidad compre un hermoso piano de cola que sólo él -o alguien de mucha confianza- podía tocar -. Mostrame en qué consiste el examen.
Jimin, sin decir nada, sacó de su bolso una partitura, que apoyó sobre el atril. El profesor la examinó con cuidado. 

- Hmm... esto es Para Elisa... una de las obras más famosas de Beethoven... ¿quién la eligió, Jimin? 

- La elegí yo, profesor Min, porque me gustó mucho la historia, me sentí identificado con ella... Beethoven era profesor de piano y la compuso para su amada alumna, Elisa, pero ella ya estaba comprometida con otro hombre... - el menor se sentó un poco más cerca del mayor. 

El placer de la música - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora