El siempre había sido un niño extraño para los demás, a pesar de ser el más emocional y amable de la gloriosa familia Senju, poseía bastantes traumas que quedaron marcados desde su niñez que la mayoría de personas sabían que existían y se los recordaban a cada segundo con inútiles palabras de apoyo, Itama se sentía agradecido, claramente no lo hacían con una mala intención, pero en esos momentos le hubiera gustado decirle a las personas lo que pensaba en la cara, haber sido fuerte cuando todo se ponía cada vez más difícil.
Pues porque un niño de seis años, no debió ser secuestrado gracias a un descuido de sus familiares, no debió haber sido ultrajado brutalmente por un montón de hombres, no debió haber visto morir a su hermano adorado en frente de sus ojos, no debió haber sentido como la sangre saltaba hacía el y manchaba su rostro, porque el que lo asesinó para que no quedaran pruebas no tenía ni una pizca de culpa al buscar asesinar a hermanos juntos gritando por piedad, y el hubiera sido el próximo en morir si la policía no hubiera intervenido.
Odiaba soñar cada día con ese momento, para los psicólogos eso era normal porque había pasado hace muy poco, y que al pasar los años con terapia lo superaría y aceptaría que el ya no estaba a su lado, que su violación no significaba que el ya no era alguien puro.
A fin de cuentas terminó siendo "normal", a su adolescencia le comenzó a interesar lo que normalmente a un adolescente le podía interesar, el dinero, más si sus padres ganaban millones cada día y lo desechaban en lo que sea para cumplir los caprichos de su hijo el cual comenzaba a comportarse como ellos esperaban. Se pasó por el culo la violación, tenía sexo salvaje con quien quisiera.
Y para ser peor, era él el que recibía, siempre.
Hashirama, su hermano mayor, le había prometido con sus ultimas palabras que el estaría siempre bien, no importaba lo que pasaba, siempre estaría bien y le creyó, pasó, el estuvo bien...físicamente, pero bien. Su hermano era sincero sin importar qué, nunca pudo evitar sentir un poco de preferencia hacía él, si tuviera que elegir a un miembro de su familia para dejarlo vivir y que el resto de familiares murieran lo elegiría sin dudar a él, y tenía razones para hacerlo. Pero nadie le dio esa opción, ya que su hermano murió igual.
Todo lo que hacía Itama era horrible, menospreciaba a las personas, era un tramposo, ruin, pero para los demás el era un ejemplo. Por eso mismo jamás escuchó un no por respuesta.
Itama sabía que algo estaba mal, no él, si no el comportamiento de la gente a su alrededor, eran unos idiotas.
En el camino tuvo un hermano llamado Kawarama, jamás cruzaba palabras con este, era parecido a Hashirama, pero no tanto en lo físico, su cabello era castaño pero claro.
Se llevaban por siete años, pues sus padres no perdieron el tiempo y le dieron un hermanito para calmar su soledad, claro que nunca llegó a tratarlo como uno verdadero, con amor...hasta aquel día.
— ¿Podemos jugar?— Su hermanito había preguntado, el aceptó.
Jugaron toda la tarde, Itama hace tiempo no se sentía tan unido a alguien hace tiempo, realmente la pasaron bien...
Hasta que pasó, dañó a su hermano y no fue capaz de reaccionar hasta que sus padres vinieron corriendo.
Ahora estaba fuera de su casa, con sus maletas, intentando entender lo que había pasado, pero su cerebro no era capaz de procesarlo.
Lo habían echado, por haber dañado a su hermano menor accidentalmente. Quería pensar que todo era una broma, que si tocaba de nuevo la puerta lo recibirían con los brazos abiertos como era habitual.
Aunque no sucedió, solo recibió palabras de odio escupidas hacía su persona por su propio padre.
— Eres una vergüenza y al fin me podré deshacer de ti con buenas razones.— No se sintió triste por eso, solo empezó a vivir con un rencor gigante.
Después de eso buscó refugio en el departamento de uno de sus novios, tenía suerte de que con cualquiera que se metía poseía una vida propia e independiente.
Pero también debía pagar sus estudios, debía ganar dinero, no iba a vivir dependiente de un idiota que se había enamorado de él por pasar una noche loca después de una fiesta. Podía, pero no quería.
Todos sus trabajos eran absurdos, no duraban ni dos días, no ganaba dinero suficiente.
Entonces ahí fue cuando empezó a hacer trabajillos, ¿Saben? Varios podrían considerar asqueroso que un menor de edad preste su cuerpo de tal manera, pero era la solución más simple, y no ganabas solo papeles, si no nuevas experiencias. Vamos, una noche, la pasas bien, y ganas dinero, ni siquiera merecía ser llamado trabajo porque en lo único que se esforzaba era en gemir y chuparle la pija a un viejo necesitado.
Salió del taxi, caminando después hacía su edificio, saludó al encargado de la limpieza antes de dirigirse y entrar a su "hogar", el cual era un pequeño apartamento en la planta baja, dejó su mochila en el suelo y caminó hacía el interior.
Se observó a si mismo en un espejo que estaba en el camino, en lo que más se fijó fue en su cabello, algo tenía con este desde que tenía memoria, como una pequeña teoría. No era normal tener dos colores de pelo desde fábrica, era antinatural, y las personas se sentían atraídas por eso. Bueno, sabía más que nadie que lo extraño y desconocido provoca curiosidad.
No se dedicó a pensar mucho en aquello esta vez, por primera vez en su vida, no se iba a empezar a hacer dudas existenciales al mirarse al espejo.
Vio en su reloj que ya eran las doce, rayos, no había comido nada y tenía tarea pendiente. Al menos no tenía sueño.
Se dispuso a preparar unos hotcake, pero no cumplió su cometido ya que las luces de su pequeña casa se apagaron dejándolo sin poder mirar a su alrededor. Rodó los ojos y sacó su celular, activando la linterna, iluminando su camino.
Notó como algo se movía y botaba algunas cosas, soltó su móvil, entrando en pánico, sí, siempre era así de miedoso.
— Maldita rata, te dije que no hicieras este escándalo. —
— Shh, que lo vas a despertar. —
— Está despierto.—
— ¿En serio?—
Escuchó las voces y la mínima pizca de masculinidad que le quedaba se había ido al soltar un chillido de puro susto, sentía que en ese momento probablemente se mearía del miedo, retrocedió unos pasos, pero se detuvo por unas manos tocando su espalda, gracias a ello se sobresaltó, cerrando sus ojos en el acto.
La luz volvió, dejando ver una extraña persona de cabello blanco, de mirada carmesí y desquiciada, este parecía estar riéndose, como si fuera un acto divertido aparecer de la nada en el apartamento de cualquiera. Este ser se acercó, escabulléndose delante suyo.
— Hohoho, es Itama, lo sabía.— Decía, divertido.
— Pues sí, a él nos encargaron.— Dijo la otra voz, que parecía venir de detrás suyo, el adolescente miró hacía atrás, viendo a un chico de cabellos negros que llegaban a casi taparle los ojos, estos poseían una oscuridad tremenda, sorpresivamente negros, también parecía estar enojado, como si esa fuera su expresión facial habitual.
El Senju se sonrojó, él era guapo, serio, provocaba temor con sus ojos, así como le gustaban.
— ¿Nos presentamos ahora o qué, Izuna? Tú mandas. — Cuestionó con un ligero retintín en su voz, el mencionado pareció haberse frustrado más de lo que ya estaba y abrió la boca para hablar, pero inmediatamente la cerró al ver que el de cabello bicolor caía sobre sus brazos.
— Se desmayó.—
— No me digas, no sabía.—
— Ayudame a despertarlo, maldito loco.—
— No seas tan odioso, bestia.—
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dos bandos; itama's fic
Fanfictionsiempre se había preguntado el porqué de su cabello, este era bicolor, una parte negra y otra blanca. por sus padres, este siempre era relacionado con el ying y el yang, pero el sabía que había algo más detrás de aquello, y se aseguro de ello al enc...