Maratón 2/3 (la hora de la verdad)

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Hoy era la mañana del trasplante, me dirigí al hospital después de la tarde movidita de ayer, y estaba nerviosa. Nerviosa no por el trasplante, ni por mi, era por Jess, se salvaría? Desde el pre funeral esa idea no desaparecía de mi cabeza. Perdida en mis pensamientos no me di cuenta de que una enfermera había entrado en la sala, esta se dirigió a mi.

- Buenos días, como estas?- Me dijo con un tono amable.

- Bien- Le respondí con una sonrisa, esta fue devuelta, entendió que no quería hablar. Evitando el momento de silencio, me tendió una bata de color verde para que me la pusiera antes de entrar al quirófano, una vez puesta me dirigí pasillo abajo.

Andaba pero solo pensaba en una cosa, no me importaba el hecho de ir descalza o de pasarme varias horas en un quirófano, seguía pensando en ella, la posibilidad de perderla, de no verla de nuevo, y si yo corría un riesgo también pero eso no importaba. Justo delante de la sala, en las sillas de espera se encontraban mis hermanos, no dijeron nada pero con la mirada lo dijeron todo, estaban preocupados, les sonreí para aliviar su inquietud.  Al entrar vi a Jess, asustada, al verme entrar por la puerta corrió a mis brazos, nos juntamos en un cálido abrazo de despedida. Lágrimas bajaron por mis húmedas mejillas, las limpié antes de que ella las viera, aún así estoy segura de que ella hizo lo mismo.

Finalmente la hora llegó, jugábamos contra reloj, el destino decidía si cortar o no el hilo que nos separaba a ambas entre la vida o la muerte. Solo faltaba esperar, para lo mejor o lo peor. Sentí la dulce voz de mi hermano Dylan, al parecer lo dejaron entrar. Seguidamente unas cinco caras aparecieron, me pusieron una mascarilla atada a un tubo y me dijeron que respirara hondo. 

- Hasta  pronto-  Fueron las últimas palabras que recuerdo.

Dicen que en estado inconsciente sueñas con tus mayores alegrías o tristezas. En ese caso mi subconsciente decidió jugar con ambas, era todo muy blanco y puro. Escuché la voz de una mujer y la de una niña. Estaba soñando. Parecía la recreación de una película, un recuerdo escondido en la parte mas profunda de mi cerebro. La imagen de cuando era solo una niña inocente y sonriente,  y estaba con mi madre en el jardín de mi casa, en el columpió que los chicos montaron, un momento que quedó grabado en mi memoria y que hasta ahora no pude recordar.

Consciente de que aquello era una fantasía y un efecto de mi imaginación, me acerqué a mamá. No se porque lo hice, pero simplemente pasó.

- Mamá?- Dije con lagrimas en los ojos.

- Hija, como has crecido, siento no estar aquí contigo, pero estoy bien, te amo- Dijo mirándome con una sonrisa.

- Te hecho de menos, yo también te amo- Dije sonriendo.

- No tenemos mucho tiempo, sigue luchando, todo saldrá bien, cuida de tus hermanos, te quiero nunca lo olvides.- Dijo ella.

- Si apenas hemos hablado, yo también te quiero- Dije, intenté abrazarla pero se desvaneció en el aire.

Todo fruto de mi imaginación y con ayuda de la anestesia pareció real. Seguía atrapada en este estado de trance, sin ningún contacto con la realidad, simplemente estaba sola, esperando despertar. Con la ultima deducción, mil ideas pasaron por mi cabeza, Jess seguiría aquí, despertaría?, seria compatible o no, porque pasaba esto, y si yo no despertaba y me quedaba en este trance, o si Jess no despertaba. 

Mil preguntas rodaron por mi mente, acompañadas de mil recuerdos con Jess, con mamá y con los chicos. Llegó un momento que pensé que era el final, quizá era eso de lo que tanto hablaban en las películas, ver pasar tu vida por delante de tus ojos, todos los recuerdos con aquellos que amas estén vivos o muertos, lo llaman efecto secundario de morirse.  Llegué a la conclusión de que esto podría estar pasando, tenia sentido. No estaba asustada, solo lamentaba no haberme despedido de los chicos y de mis amigos, pero ya saben la muerte no llama antes para avisar.

Pensé en como de corta la vida es, de como hay que vivir al máximo.  Puedes perderlo todo en tan solo un instante, años de vida, de trabajo, de recuerdos, amigos, familia, pueden desaparecer en tan solo un pestañeo.

Pensé en todo lo que pude haber hecho, de lo que no hice en su momento, de lo que faltaba para vivir. Enserio iba a terminar así? Creía haberlo aceptado, pero no. No de este modo, faltaba mucho por vivir, así que seguí luchando. En ese momento y en esa situación tienes dos caminos, el fácil, dejarlo ir, dejar el dolor y el vacío, o el difícil , luchar contra el dolor pero seguir en el mundo de los vivos o al menos intentarlo. En mi caso, opté por el difícil, me pregunté cual elegiría Jess. La respuesta parece obvia pero no lo es. Quieres tirar la toalla, y si no tienes ningún objetivo/ propósito para seguir luchando es mejor dejarte ir.

Es una elección que solo uno debe tomar.

De golpe, escuché voces en ese lugar silencioso, parecían los médicos que vi al principio, sus voces eran distorsionadas, parecía que me encontrase debajo del agua. Lo que decían resultaba inteligible, aún así no parecían muy contentos ni animados, sino al contrario, estaban un tanto tristes y desesperados, pero parecía que no perdían los nervios. Esas voces cada vez se oían mas y mas lejos, al parecer estaba despertando, o eso creía, un momento, pensé. Entonces si yo estoy despertando eso significa que algo pasó con Jess, una sensación de dolor invadió mi cuerpo. Había vuelto consciente-mente al mundo real. No podía moverme, ni abrir los ojos, los efectos de la anestesia me jugaban de nuevo una mala pasada, sin embargo pude escuchar las voces de nuevo, esta vez hablaban de mí. 

- Ya tenemos a una de vuelta, ahora está inconsciente pero despertará en un par de horas, avisen a sus hermanos y llévenla en la unidad de vigilancia intensiva durante las próximas veinticuatro horas- Dijo el que parecía el cabecilla.

Esas palabras fueron como un jarro de agua fría. 

Jess no había despertado. No por el momento.


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