CAPÍTULO 1
NARRA EMILY
Era un día cualquiera. Las gotas de lluvia golpeaban las ventanas produciendo un sonido que me relajaba. Mi mente divagaba en un profundo sueño hasta que al fin sonó la alarma de mi móvil. Arabella, de Artic Monkeys, había pasado de
ser mi canción favorita a odiarla con todas mis fuerzas dado que su sonido era la señal del comienzo de un nuevo dia como ayudante en la comisaria de policía de Londres. Podia parecer un trabajo apetecible: crímenes, cadáveres, asesinos... Pues nada de eso, mi trabajo se reducia a llevar café ardiendo a los detectives, inmersos en la investagacion de misterios que jamas serian resueltos. Aunque mi trabajo no fuera de mucha importancia, yo me lo tomaba muy en serio. Siempre intentaba colaborar en los pocos casos que dejaban que me metiese. Siempre decían lo mismo "este no es lugar para una niñata de 18 años" pero a mi por un oído me entraba y por el otro me salía. Lo que a mi me importaba era que ese trabajo me pagaba el alquiler y si para eso tenia que aguantar a unos cuantos policías despotricando sobre mi, que asi sea.
Después de un rato desperezándome en la cama me decidi a salir de la comodidad de mi edredón y enfrentarme a un nuevo dia de frio en las frias calles de Londres. Empuje las mantas al pie de mi cama y un escalofrio recorrio todo mi cuerpo. Tal vez no era tan buena idea eso de dormir desnuda pero a mi me reconfortaba. Mis pies desnudos pisaron la fría madera del suelo de mi apartamento y me dirigi directamente al cuarto de baño. Ahora mismo lo único que podía calmarme era una ducha caliente, asi que eso fue lo que hice. Gire la manija del agua de la ducha y después de unos cinco segundos de agua helada e insultos varios a ella, al fin el agua caliente salía por los orificios de la ducha. En ese mismo instante todos mis musculos se relajaron como por arte de magia y un suspiro de alivia salir por mi boca. Enjabone todo mi cuerpo con gel y mi cabello con champu de coco, mi favorito. Tras unos quince minutos, sali de la ducha y seque mi cabello. Ondas oscuras caian sobre mis hombros cuando los peine. Ya estaba de vuelta en mi cuarto y me decidi a elegir la ropa que iba a llevar ese dia. Me decidi por un jersey negro de cuello vuelto, una chaqueta vaquera, mis jeans negros favoritos y mis converse blancas. También cogi un beanie y una bufanda de punto granate, recuerdo de mis vacaciones en Nueva York hace unos años. Cogi mi bolso y un zumo de naranja y sali por la puerta. Baje las escaleras del bloque a todo correr, si no me daba prisa perdería el tren de las ocho y no quería hacerlo, no otra vez esta semana. Sali a la calle y una bofetada de frio me pillo desprevenida, ajuste mi bufanda, me puse mis guantes y comencé a caminar por la acera humeda. Al fin llegue a la estación. Me sente en uno de los bancos de piedra y espere a que llegase mi tren mientras escuchaba música con mis auriculares. Llego el tren y tras unas cuantas paradas llegue a mi estación. Sali a la calle y para mi sorpresa ya había salido el sol y no hacia tanto frio. Me quite la bufanda y los guantes y los guarde en mi bolso de camino a la comisaria. Cuando llegue y sali del ascensor mi mejor amiga y compañera de trabajo, Chelsea, vino corriendo hacia mi y me recibió como de costumbre, con un gran y fuerte abrazo, como si hiciesen años desde que no nos veíamos cuando en cambio nos habíamos visto el dia anterior. Chelsea era preciosa, tenia una larga y lisa melena pelirroja, unos ojos azul grisáceo y una sonrisa increíble. A parte de todo esto tenia un cuerpo impresionante y se notaba que yo no había sido la única en darme cuenta. Cada vez que íbamos a discotecas, bares o lo que fuera todos los tios se quedaban embobados mirándola. Todo su físico era genial pero a mi lo que mas me importaba era como era por dentro. Chelsea era graciosa, divertida, alegre y sobre todo estaba ahí para cualquier cosa que necesitase, ella era muy generosa, siempre lo daba todo por los demás, era genial poder tenerla a mi lado y mas después de descubrir que mi madre tenia cáncer y tuviera que irse con mi padre a Chicago para la que la operasen. Ya habían pasado tres años desde que no veía a mis padres y aun asi yo seguía sin acostumbrarme a su ausencia.
- "Te tengo que decir una cosa Emily" comenzó Chelsea a hablar. "Y no creo que te vaya a gustar mucho" dijo mientras me guiaba a su escritorio, igual de revuelto que de costumbre, y me ofrecia una silla para que me sentase mientras ella ocupaba la de al lado. Chelsea me cogio de la mano y me miro fijamente.
- "Emily, ha entrado un asesino en la comisaria esta mañana"
- "Como? Y eso era lo que me tenias que decir que era tan importante?" Dije un poco sobresaltada por el susto que me había dado en vano. "Todos los días entran asesinos aquí, es una comisaria" Dije con tono de obviedad. "Que tiene este de especial?"
- "Veras" comenzó Chelsea. "Este asesino no es como los otros. Este apenas tiene veinte años y no simplemente mato a su victima sino que la torturo y después la ahogo en una bañera de gasolina" Note como mi cara se volvió palida y el rostro de terror en mi era inevitable. Me quede sin habla. Asi que Chelsea continuo.
- "Y esto no es lo peor Emily" Dijo dulcemente para evitar que me alterase, cosa que no funciono.
- "Como que no es lo peor?!?! Es que aun hay mas??" Dije sobresaltada mientras agitaba los hombros de Chelsea.
- "El agente Smith va a faltar durante un mes debido a un asunto familiar y tu eres la única que puede ocupar su puesto, los demás agentes están ocupados con otros casos asi que tendras que ser tu quien se encargue de interrogar y vigilar al asesino dado que como no tiene familia seguro que nadie pagara la fianza asi que tendrá que quedarse en la comisaria durante unos días." Esto ultimo hizo que todo dentro de mi se revolviese. Me quede sin habla. La garganta se me seco, mi respiración se detuvo y solo podía oir el latido de mi corazón. Chelsea se asusto por mi expresión de terror pero como para no tenerla, estaba a punto de pasar un mes junto a un asesino. Y si me agredia? Y si me violaba? Y si me mataba? las'peores ideas se acumularon en mi cabeza e intente apartarlas de mi y superar la situación.
- "El... el ya ha llegado" Dijo Chelsea cuidadosamente, casi en un susurro para no alterarme. "Creo que deberías ir a la sala de interrogatorios, te están esperando" Yo no conteste, simplemente asentí y me levante de mi silla, cuando lo hice, Chelsea me rodeo con susbrazos.
- "Tranquila Emily, todo saldrá bien, estoy segura" Me dijo con una dulce sonrisa mientras me sostenia por mis hombros.
- "Gracias Chels"
Me dirigi a la sala de interrogatorios intentando disimular el temblor de mis piernas. Mi corazón iba a cien por hora y mi respiración era irregular, en conclusión, estaba histérica. Ya había llegado a la puerta de la temida sala y cogi unos papeles con información sobre el caso que estaban en una mesa al lado de la puerta. Al fin me arme de valor y gire la manilla para encontrarme con el temido asesino que había sembrado pánico en todo mi cuerpo en unos escasos cinco minutos.