Capítulo 1

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Me desperté gracias a un ruido muy extraño e irritante, me recordaba a las campanadas del templo. Mire a mi alrededor y me sobresalte, parecía ser una casa. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué sucede?

Mire mis manos y... Esperen un segundo ¿Manos? ¿Qué demonios? ¿Me volví un humano?

— ¡AHHHHHH! —Grité asustada.

— ¿Qué sucede hija? —Me sobresalte al oír una voz.

—¿Hi...? ¿Hija? —Mire a la mujer parada a mi lado.

— ¿Te extraña ser un humano “Luciana”? —Rápidamente la reconocí por su forma de hablar. Era Atenea.

— ¿Atenea? ¿Qué sucede? ¿Qué está pasando? —Todo debía ser una maldita broma.

—Esto es lo que sucede —Se cruzo de brazos — Los dioses nos han enviado al mundo de los humanos, seguimos siendo nosotros, aún conservamos nuestros poderes, pero lo distinto sin nuestros cuerpos. Ya no somos resplandores, no para el ojo de los humanos, aunque dioses y semi-dioses si podrán ver nuestras auras de poder. Tranquila, todo estará bien, me reconociste y eso es buena señal.

—Claro que se quien eres Atenea. Pero... ¿Por qué me llamo Luciana?

—Estamos en el mundo humano y debemos actuar como tales. Tu eres Luciana, yo soy Alejandra. Tienes 17 años y como humana de esa edad asistirás a un instituto.

—Entonces... ¿Tu serás mi "madre"? —Ella asintió. —De acuerdo, ¿Cuándo comienza esto?

—Ahora, debes levantarte e ir al colegio. Recuerda que eres un humano y debes actuar como tal. Aquí no eres Hestia, la diosa del fuego.

—Entendido. —suspire — Aún no me dices ¿Qué hacemos aquí?

—Zeus no me ha dicho nada, solo nos ha enviado aquí con lo básico y necesario para ser humanas.

—De acuerdo.

—Levántate, debo llevarte a clases. —Yo asentí y ella comenzó a caminar. —¡Oh! Casi lo olvido, aún somos inmortales como todo dios, a excepción de nuestros cuerpos humanos.

—De acuerdo.

Atenea me dejó ropa humana, la vestimenta de los humanos era tan diferente y extraña. Me seguía sintiendo extraña de estar en aquel lugar pero debía adaptarme. Baje las escaleras viendo todo lo nuevo de aquel mundo. La casa que Zeus nos había dejado era muy grande, Atenea me había dicho que era una Mansión, o al menos así la llamaban en la tierra.

También me había enseñado lo básico para actuar como humano, que hacer, que decir, el dialecto humano era tan diferente en ciertos aspectos, en especial el de los "adolescentes".

—Bien, es aquí. —El auto frenó frente un gran lugar y Atenea me miró— Recuerda todo lo que te enseñé y toda la información que te he proporcionado.

—Claro, no lo olvido.

—Que tengas un buen primer día, si te molestan ya sabes que hacer.

—Claro, no me destaco por ser pacífica.

—No olvides, golpea, no uses tus poderes. Una patada en las partes bajas o un  puñetazo están bien, si necesitas más que eso utiliza tu entrenamiento de combate. —Yo asentí.

— ¿Y si es mujer?

—Un puño en los pechos, nada más.

—De acuerdo, nos vemos luego.

The war of godsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora