única parte;

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Quiero mirarme en tus ojos,

Tenerte muy cerca, verte junto a mí.

Piensa que tal vez mañana

Yo ya estaré lejos,

Muy lejos de aquí.





El olor a maíz, carnes, verdura, chiles y cebollines asados inundaba el aire. Un dulce aroma que producía que el estómago de SeHun gruñera mientras veía el trompo en donde se encontraban la carne de adobada asándose a las llamas del fuego. Se lamió los labios con anticipación, golpeando su pie repetidamente contra el suelo esperando a que la fila avanzara.

No era mucha, apenas y 4 personas que se encontraban pidiendo su orden, siendo atendidos por Don Cuco, el dueño de la taquería; se encontraba preparando las ordenes a todos con una sonrisa y preguntando como les había ido en su día, a pesar de que algunos le ignoraran y le prestaran más atención a su celular o a cualquier otra cosa.

A SeHun le agradaba, Don Cuco era amigable y tenía una sonrisa y risa contagiosa; ya tenía un par de años asistiendo a la taquería y el señor siempre había sido amable con él, le recordaba en ocasiones a sus tíos y eso hacía que SeHun se soltará con más confianza con Don Cuco.

Lo que SeHun si no podía soportar era cuando Don Cuco le tocaba atender las demás ordenas al otro lado del local, porque dejaba a su hijo encargado de atender las ordenes de adobada.

JongIn, o como le insistía a SeHun que le llamará, Kai.

Era el hijo menor de Don Cuco y tenía la misma edad que SeHun, a diferencia de los tres meses que separaban a SeHun de JongIn; trabajaba junto con su padre los fines de semana en la taquería, ya siendo atendiendo en el otro extremo del local, o cuando reemplazaba a su padre en el puesto de adobada. No era que le molestará, o bueno sí. Ya ni sabía que era lo que sentía.

Siempre que llegaba al local podía escuchar a JongIn silbándole para llamar su atención, y una vez que SeHun volteaba, gritarle "¡Güerito!" desde el otro lado de la barra, aventándole un beso junto a un guiño. Segundos después SeHun se encontraría rojo, mientras que los demás empleados de la taquería empezaban a chiflar y animar a JongIn.

Era entonces cuando Don Cuco tiraba los cuchillos para cortar la carne de adobada encima de la mesa de metal, produciendo un gran estruendo que sonaba por encima de todos en el local, en señal de que guardaran silencio.

Aquel día no había sido diferente, no había faltado ni el silbido, el beso, el guiño, ni el "guerito" de los labios de JongIn. De alguna forma SeHun se hubiera sentido mal de no haber sido recibido como era habitual, pero eso sería algo que se guardaría muy en el fondo.

Saliendo de sus pensamientos, SeHun miro de nuevo a la fila y se fijó que ahora faltaban 2 personas para que fuera su turno.

Pero fue entonces que Don Cuco dejo de lado los cuchillos, y salió del puesto de adobada, caminando hacia el otro extremo del local, llamando a JongIn e indicándole que fuera al puesto a atender. Vaya suerte.

JongIn llego caminando hacia el puesto de adobada sonriéndole a la gente que se encontraba haciendo fila. - ¡Buenas noches a toda mi raza! Me voy a estar encargando de sus órdenes, en un momento salen.

Se lavó primero las manos en en fregadero que se encontraba detrás suyo, secándoselas con un trapo y tomando un puño de tortillas, colocándoles poquito aceite que dejaba la carne de adobada y empezando a separarlas de dos en dos, colocándolas en el comal.

Güerito | KaiHunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora