Ríes, pero no estás feliz. Lloras, pero no logras desahogarte. Te enojas, pero no puedes defenderte. Te aterras tanto que temes demostrarlo. El único sentimiento que puedes aflorar sin esperar más, es la amargura.
No sabes qué te pasa ni cómo puedes remediar este malestar. Pides a gritos que alguien siquiera se tome la molestia de escucharte, pero no haces ni el más mínimo intento por ser amigable. Es más, tu forma de ser espanta a la gente, porque eres malinterpretado con que prefieres estar solo. Pero ellos no saben que has estado solo por demasiado tiempo, que ya llegó el límite, ya no necesitas más soledad.
Tu mirada está dejando de transmitir sentimiento alguno. Mantienes el mismo semblante decaído. Tu mente ruega por atención, pero, como nunca fuiste de esas personas que tienen la facilidad de contar sus intimidades, no logras que nadie se acerque a ti.
No necesitas nada pero sientes que te falta algo, y ese algo que no tienes te frustra. Piensas sobre qué estás haciendo con tu vida. ¿Qué pasó?, ¿qué más hacer? ¿ya no hay nada más? Te planteas esas incógnitas vez tras vez. Y lo que es peor, te quedas ahí, estático, sin hacer el más mínimo esfuerzo por buscar alguna respuesta. Lo quieres todo, y no haces nada por conseguirlo, simplemente te envuelves en tu amargura. Solo… completamente solo.
Eso, para mí, es estar muerto en vida.
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Aquí viene un pensamiento
RandomTodos los días pasamos por situaciones que nos dan sinnúmero de posibilidades, cada una con un nuevo propósito, un deseo, una idea, un capricho... o simplemente queda como un pensamiento