Sus manos pálidas se mancharon de sangre... Ellas, su inocencia, su alma... Esa parte corrompida, sin embargo, estaba satisfecha de lo que había hecho. Muchos le llamarían crimen; apuñalar al muchacho, con ese asqueroso tatuaje en su brazo en forma de serpiente, lo era.
Pero nada estaba más lejos de esa realidad...
-No volverás a hacer daño...