Nervioso... de cabeza a los pies estaba, cuando después de preguntar por tu nombre a la secretaria de la escuela, me sitúe frente a tu salón de clases al terminar el receso del almuerzo.
Todo el receso sentado bajo el árbol me cuestioné el qué debería hacer con el dichoso libro. En un principio pensé en dejarlo en objetos perdidos, sin embargo había una posibilidad de que lo necesitaras lo antes posible y era mi responsabilidad devolverlo ya que fui yo quien lo tomo por error.
Hola, toma tu libro, lo siento; sonaba muy descortés y frío.
Hola, chocaste conmigo hace un rato y tomé tú libro por error; eso sonaba mucho mejor.Decidido a entregarte el libro y volver a mi salón, pregunté por tí a uno de tus compañeros y le pedí que te llamara porque necesitaba entregarte algo, él asintió y gritó tú nombre.
No conocía tú rostro, fue tan rápido el choque que no alcance a verlo más que dos segundos, así que no sabía lo que esperar, pero por alguna razón me ponía de los nervios verte en ese instante, quizás mi corazón y mi cuerpo sintió antes de que mi mente se diera cuenta lo que ocurría.
Menos de 5 segundos pasaron cuando te tuve frente a mi, tenía la cabeza gacha por lo que me di cuenta de tu presencia por tus zapatillas, unas converse negras y sucias con una carita feliz pintada en la parte blanca.
Hola, ¿Te conozco? Preguntaste y yo iba a responder lo planeado hace unos minutos, pero al momento en que vi tu rostro adornado con una bella sonrisa, mi mente se puso en blanco y mis mejillas palidas adquirieron un tono rosa.