23 de Agosto de 1941
Luego de que mi padre se fue a Italia, decidí irme a vivir a la ciudad de New York. Allí podría estudiar algunos idiomas, y había una linda escuela de costura. No hable más con Thomas, y le pedí que no me escribiera ninguna carta, este momento era para mí. Me dolía dejarlos atrás pero sabía que mi corazón nunca los dejaría y que cuando estuviera preparada para volver lo haría.
- Qué locura lo que pasa en Alemania, ese nuevo presidente
- ¿Hitler?, pregunte
Me encontraba en la calle, tomando un batido, cuando un hombre salió de la nada y comenzó a hablar sobre Alemania y el nuevo movimiento Nazi, yo no entendía casi nada, era algo un poco reciente. Lo único que entendía era que eran unos racistas.
- Si, espero que lo quiten del lugar pronto, más que nada por la blasfemia que ha hecho con la biblia
- ¿Qué ha hecho con ella?
- La han modificado, han modificado todo a su placer, y hasta han asesinado a algunos padres de parroquia
- Ese señor sí que esta demente, o mejor dicho es un malvado bastardo
- El mismísimo diablo
- Parecido, concluí
- Bueno señorita, debo seguir mi camino, nos vemos en otra oportunidad
- Hasta pronto, dije tomando mi bolsa, y seguí caminando hacia mi pequeño, pero hermoso apartamento.
Había salido esa, mañana a comprar algo de comida para el día, había conseguido un empleo en el hospital como secretaria de un medico prestigiado, hacia ya seis meses que vivía en New York, me sentía mucho mejor, pero aun no me sentía lista para volver, y no tenía una vida mala, era una vida tranquila, aunque carente de sentimientos impulsivos, o de aventura como había sabido tener de más joven. Por dentro sabía muy bien que esto lo causaba la falta de mis hermosas amigas, pero más puntualmente la falta de Thomas, y la protección que me había brindado siempre. Lo peor estaba a punto de venir, y esto sería solo el comienzo de mi travesía por hallar mi propia fuerza, mi propia protección.
Llegue al apartamento y fuera se encontraba mi mas reciente amiga, Jennifer Koffman, si era una joven judía que había logrado huir de los nazis, junto con su madre Anette.
Su padre había sido capturado, pero ella nunca dio detalle de aquello, y decidí no preguntar.
Era una joven bonita, de cabello negro y ojos marrones, lo que más atrapaba de ella era su mirada, era tan profunda que creerías que veía tu alma, pero eso es un misterio.
- ¿Qué tal?, dijo con una sonrisa
- Bien, he conseguido lo que buscaba
- Genial, mi madre está muy enferma, y no tengo a nadie que pueda llevarnos al hospital, ¿tú conoces a alguien?
- Sí, claro, podría llamar al doctor y decirle que consiga algún enfermero que venga por ustedes
- Muchas Gracias Belle, dijo con lagrimas en sus ojos
- ¿Quieren venir a cenar esta noche?, pregunte cálidamente
- Claro
- Preparare algo muy rico, a ver si puedo hacer que se sienta mejor
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Palabras para vivir
Action- Bellé - Thomas. Un amor posible e imposible. Ella lo espero por mucho tiempo pero lamentablemente él fue llamado a combatir en la segunda guerra mundial, ella se juro que nunca más lo dejaría y asi comienza esta historia.