cambio de planes

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Era realmente desafortunado que Ino había tenido que ser operada de emergencia a causa de una apendicitis hace dos días. Ellas habían comprado los boletos para este viaje de manera espontánea. Ir a Costa Rica había sido idea de Ino, ella convenció a Sakura de que fueran juntas para pasar una semana de vacaciones de amigas en aquel paraíso tropical; y así descansar, tomar cócteles y ver a hombres guapos en la playa. Ino argumentó que sería una buena manera de sacarse a Sasori de la cabeza. Cuando Sakura fue a visitar a su amiga, ésta le aseguró que no se preocupara por ella, estaba fuera de peligro, pero debía guardar reposo después de la cirugía, razón por la que tristemente no podía acompañarla.

Ino: Sólo porque yo no pueda ir no significa que tú no debas. Necesitas un descanso y cambio de escenario. Además, ahora que yo no voy con más razón deberías buscarte un tipo bien guapo allá para olvidarte de Sasori Un clavo saca a otro clavo ¿cierto?

Sakura: No sé  ¿qué haré sola allá toda una semana?

Ino: Follarte al primer ejemplar que te brinde un trago, –replicó guiñándole el ojo.

Sakura se rió del comentario tan directo de su amiga. Ella no era de esas mujeres modernas que se acostaban con un hombre en la primera cita, pensó.

Sakura : Está bien, iré, pero me debes una por mandarme sola para allá, –sakura le apretó la mano a su amiga que estaba acostada, y con un beso en la mejilla se despidió –Mejórate pronto ¿sí?

Ino: Cuenta con eso. Y tú… ¡diviértete por las dos! **

Sakura guardó su equipaje de mano en el portaequipajes sobre su asiento, se sentó en el puesto al lado de la ventana y abrochó su cinturón, ya recostada sobre el respaldar cerró los ojos y suspiró, estaba agotada, por lo que se quedó dormida en pocos momentos.

Sasori –¿Te gusta? Chúpatelo todo,

–ella solo gimió en forma de respuesta mientras le chupaba el miembro. Detrás del escritorio él estaba sentado en su silla de oficina, tenía las manos enredadas en su cabellera rubia que subía y bajaba rítmicamente. Había un espacio entre el escritorio y el suelo donde se podía ver claramente que ella estaba arrodillada sobre la alfombra frente a él.

Sasori –¡Me encanta como me lo mamas! Eres una perrita golosa. Te voy a dar lo tuyo por chupármelo tan rico.

El impacto del avión aterrizando sobre la pista la despertó de golpe, interrumpiendo la pesadilla. Abrió los ojos y miró a su alrededor, los dos asientos al lado de ella estaban desocupados; y por la ventanilla observó el mar en el horizonte. Se llevó las manos a las sienes y aplicó presión buscando aliviar el dolor de cabeza. El recuerdo del sueño que acababa de tener se sentía como una puñalada. La escena que había soñado no era producto de su imaginación, había sucedido. Cuando se bajó del avión el aire caliente y húmedo abrazó su cuerpo, sintió las gotas de sudor brotar en su piel. Solo quería llegar al hotel, ponerse el bikini y beber una piña colada bien fría. Después de pasar por inmigración y recoger su equipaje fue directamente a la salida y pidió un taxi. El recorrido en auto hacia el hotel era idílico, el paisaje a través de la ventana era una abundancia de plantas de grandes hojas verdes y altas palmeras, el cielo estaba completamente despejado y el azul del mar la tenía hipnotizada. Cuando llegaron al hotel, le pagó al taxista y subió por las escaleras al área de recepción. Allí dio su información y tarjeta de crédito. Sakura le informó a la recepcionista que su amiga había tenido que cancelar a último momento por una emergencia, por lo que únicamente se alojaría ella. La mujer le sonrió amablemente y ofreció cambiarle su cabaña por una de cama matrimonial, en lugar de la habitación de dos camas individuales que había reservado, como no era temporada alta el hotel estaba prácticamente vacío. Cuando todo estuvo listo Sakura le sonrió y dio las gracias mientras que un muchacho joven de estatura mediana y sonrisa amable llevó su equipaje y la guió hacia la cabaña donde pasaría la semana. Ella lo siguió por un sendero curvo que tenía varios tramos. Los senderos se desviaban de la vía principal para dirigirse hacia las cabañas playeras con techo de palma. Su cabaña era la número 7, el muchacho abrió la puerta con la llave, dejó su equipaje apenas pasando el umbral y le dijo que para cualquier cosas que necesitara sólo tenía que llamar a la operadora del hotel. Sakura sacó un billete de su cartera y le dio una propina. Al entrar por la puerta no pudo evitar suspirar de asombro, la cabaña estaba decorada de forma rústica, blanco y crema contrastando con los tonos oscuros de la madera. En el centro del espacio que servía de habitación había una cama king de cuatro postes de caoba, la estructura de la cama estaba recubierta de una cortina blanca semitransparente que era la red anti-mosquitos. Frente a la hermosa cama había una ventana panorámica: de piso a techo, con vista al mar. Al acercarse al ventanal comprobó que era una puerta corredora de vidrio que se abría hacia un pequeño balcón que tenía una mesita redonda y dos sillas. Corrió la puerta hacia un lado y sintió la brisa marina y el olor a salitre.

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