Prólogo ✔️

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Marcus Scott

— ¡Oh, Zarah... Que bien te mueves!— dije mientras la pelirroja me montaba cual caballo.

— Marcus... ya no aguanto— gimió ella mientras yo apretaba y estrujaba sus senos.

Esto es fácil de arreglar. Con un rápido movimiento puse a Zarah abajo de mi, y empecé a embestirla muy rápido haciéndola gemir más fuerte que antes.

— ¡Ya... no... aguanto!— hablo entre gemidos.

Honestamente, yo tampoco aguantaba más— Pues, vente para mi muñeca— susurré en su oído y unos pocos segundos después los dos llegamos al climax.

— Fue fantástico— comentó Zarah con la respiración entrecortada.

— Si... Tengo que irme— dije evadiendo el tema. Me levanté de la cama y empecé a buscar mis boxers.

— ¿No te vas ha quedar?— hizo un puchero.

— Debo trabajar— me puse los boxers, subí mis pantalones, calce mis zapatos y fui abrochando mi camisa mientras salía de la habitación.

— Siempre tienes que trabajar— protesto molesta poniéndose sus bragas.

Zarah sólo es una de las tantas chicas de mi lista, a las que sólo llamaba para coger o pasar la noche, solo eso y nada mas. No me malinterpreten ella es una chica hermosa, no obstante, yo no busco, ni quiero nada serio.

— Zarah, te recuerdo que esto no es nada serio y jamás lo sera. Así que, yo que tu no perdería el tiempo protestando por estupideces y disfrutaría el momento— comenté mientras bajábamos las escaleras hasta el recibidor de su casa.

— Maldito idiota— murmuró para sí misma, aunque pude escucharla.

Recostada en uno de los sofás, estaba su hermana Ángela viendo televisión.

— Hola Marcus— me saludo su hermana muy coqueta y con picardia. No voy a negar que también me acuesto con la hermana de Zarah, pero hoy no estoy de ánimos.

— Lo siento Angela, hoy no— sentencié mientas salía de su casa y me dirigía a mi adorado Audi r8.

Subí a mi flamante coche, prendí un cigarrillo y me puse en marcha hasta la casa de mis padres.

Hoy tendría una reunión importante con mi papdre y no podía faltar. Estacione el coche en la entrada, dí una ultima calada a mi cigarrillo y lo tire al suelo. No me gustaba que mi padre me viese fumar, sabía que lo decepcionaba al hacerlo pero yo necesito desahogarme, y está era una de las formas de hacerlo que más me gustaba.

Entre a la casa y una de las amas de casa me recibió indicándome que mi padre estaba en su estudio esperándo por mi. Le di las gracias y subí hasta el estudio.

Toque la puerta tres veces hasta escuchar a mi padre decir "Pase".

Entre y ahí estaba él, apoyado en su escritorio con el periódico en sus manos leyendo una de las tantas columnas que ofrecía el mismo.

Llevaba puesto un traje gris que le había regalado en navidad junto con sus pantuflas, su barba larga desaliñada y sus canosos cabellos aún despeinado. Para co iba vestido, supuse que se estaba alistando para ir a la oficina, aunque ya habían pasado las 10 de la mañana.

—Toma asiento Marcus hablo sin despegar la vista de su periódico. Hice caso y me senté en uno de los sillones del estudio.

— Buen día Robert. Me encuentro bien esta mañana, gracias por preguntar— hablé en tono sarcástico para atraer su atención, pero no funciono. Siguió con la vista clavada en el periódico.

- Marcus Alexander Scott Dallas - pronunció mi nombre completo con la vista fija en su periódico... esto no es nada bueno.

« Hijo de Robert Maximilian Scott, catalogado como "El titan de los negocios", fue visto el pasado viernes saliendo de varios clubes nudistas acompañado por un par de "chicas", las cuales mostraban algo más que un simple escote. Fuentes confiables afirman haber seguido al empresario hasta un hotel donde sin duda alguna continuaron la fiesta...»—siguió contando la estúpida y repetitiva noticia.

Él ya debería estar acostumbrado, ya que siempre que aparezco en algún periódico, revista, o medio de noticias y comunicación, no es para nada bueno.

— ¿Será alguna de ellas la nueva y futura pareja para nuestro magnate? O ¿Solo será otra chica para su colección de corazones rotos? - culminó de leer el periódico para mirarme fijamente a los ojos. Esta vez, Robert estaba iracundo.

— Pura mie... - no pude continuar la frase, la mirada de mi padre no me lo permitió— Papá yo...

— Claramente es otra chica para tu colección, otra chica con la cual seguiras arruinando nuestro apellido e imagen frente al mundo— hablo mi padre ardiendo de ira, lo que me demostró que lo había vuelto a decepcionar.

Fue inevitable no bajar la cabeza y sentirme avergonzado de mi mismo, y de lo que había hecho... otra vez.

Que cualquier persona me juzgara por lo que hago con mi vida me daba igual; pero, si lo hace mi padre, me hará sentir la persona más mierda y miserable de esté planeta.

Robert se incorporó de donde llevaba rato recostado y tomó asiento detrás de su escritorio. Su expresión era seria y fría, no me quitaba el ojo de encima.

— Papá yo

— ¡No!- me interrumpió drásticamente— ¿Sabes lo difícil que es para mí abrir el periódico todas las mañanas y esperar no leer nada sobre tus idioteces?— cuestionó irritado— Cada que la prensa me entrevista soy acorralado y juzgado por tus errores Marcus, errores que en mi juventud y a tu edad no cometí...— me recriminó.

No estaba listo para ser acribillado de esta forma, sin embargo, creo que yo solo me metí en esto.

— Sabes algo Marcus, no dejaré pasar esto bajo la mesa, no otra vez— más que un regaño, fue una sentencia— Esto lo pagarás con creces hijo mío.

Hizo una pausa y después de unos minutos una sonrisa malévola ilumino su rostro.

— Ya va siendo hora de que sientes cabeza no lo crees— comento con gracia.

— ¿A que te refieres?— pregunté con la esperanza de que no fuese lo que estaba pensando.

— Me refiero a que tu, Marcus, vas ha casarte— sonrió victorioso.

Mi cerebro no podía procesar la información, correción, no quería procesarla. Yo no puedo casarme, no estoy listo para esa etapa, fase o estilo de vida. Aun soy joven y no quiero tener esa clase de ataduras.

— ¿Estás loco?— cuestioné— Me niego, no pasará ni en tus mejores sueños Robert. No pienso hacerlo— expuse hecho un manojo de furia.

— Bueno— habló mi papá manteniendo la calma— Es eso o entregar tu cargo en la empresa, olvidar tu fortuna, tu herencia y todo aquello que crees y consideras tuyo.

-No puedes hacerme esto papá. Me he jodido la mitad de mi vida por esta empresa, por todo ésto, no puedes quitarmelo todo— hablé conteniendo la ira.

Robert sonrió dándome a entender lo que para él y, lastimosamente para mi era mas que obvio.

— ¿Ahora entiendes Marcus?— se levantó de su silla y se apoyo con ambos brazos sobre su escritorio— Hijo, solo quiero lo mejor para ti, y no puedes andar acostandote con todas mientras ganas una mala fama y ensucias tu reputación— pausó y trago fuertemente para luego continuar.

« A tu madre no le agradaría verte así, ella sabe que esté no eres tú— exclamó con tristeza dejándome sin palabras.

Hablar de esto era como echar sal sobre una herida recién abierta. Con sólo sacar a relucir los recuerdos de mi difunta madre, mi vulnerabilidad se ponía a flor de piel. Él tenía razón, ella odiaría ver qué me comporte de esta manera.

— ¡Tu ganas!— exclamé conteniendo las lagrimas y tomando fuerza para decir algo que jamás imaginé decir— Voy a casarme.

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