Dolor

Cuando alguien me pregunta que es el dolor suelo quedarme un rato pensando. Claro, el dolor es el consecuente de una herida, sin embargo, depende de qué herida sea puede causar más o menos dolor dentro de un conocido umbral matemático y este varia según la persona, quizás varia demasiado y todo. No sirve esta explicación, es una farsa, puedes asegurar que el corte de una hoja es doloroso mientras que tu amigo, el de metro noventa de alto y uno de ancho te dice que ni tan siquiera puede considerarlo una herida. 

Otra forma de ver el dolor es en nuestro frágil interior, por que si, somos frágiles. Cualquier mente en este mundo puede ser moldeada, es tan fácil como hacerlo desde que somos pequeños, quizás suene un poco trivial, pero tus padres te han manipulado. Te han criado a su imagen y semejanza, como a ellos les gustaría que fueses y, en mayor o menor grado, lo logran. Al fin y al cabo, en este mundo, somos todos marionetas controladas que tarde o temprano fallecen en la miseria de una solitaria muerte que siempre se los termina llevando. 

Sin embargo, cómo hieres a una persona en el interior? Es fácil de sanar? Qué pasa si lo superas?

Bien. Es tan fácil como tener ojos, boca, cuerdas vocales y un sin fin de accesorios corporales que nos sirven para analizar, criticar y juzgar nuestro entorno. Es tan fácil como ver a alguien, fijarte en su comportamiento y abrir la boca para entonar simples palabras: "Eres despreciable", "Nadie te quiere", "No tienes nada de bueno", "No podrás llegar a nada", y así hasta acabar con una persona justo en frente que acaba de ser herida. No te has movido, no llegas ninguna arma, ni tan siquiera has logrado acercarte, pero la has herido. Eficaz, rápido y sencillo. Y dirás: "No crees que a quien hieres también le puede afectar de distinta forma? Quizás se deprime o quizás te suelta una hostia", y yo he de decirte que no. Hieres a todo el mundo por igual, es ese dolor el que les impulsa a llorar, a golpearte, a irse... Al fin y al cabo les has herido y hay a quién le puede el orgullo y una simple herida emocional desencadena en un sinfín de insultos, golpes y muestras de fuerza para demostrar que no les has herido, pero en el fondo lo has hecho. Un rey no ha de mandar tropas a defender si no está siendo atacado.

Conforme a la segunda cuestión: Es fácil sanar una herida emocional? Bueno, si y no. Cuando hieres a alguien emocionalmente puede desencadenar en muchas cosas, como bien he esmentado antes, pero después, qué? Viene la recuperación. Dependiendo de la gravedad de la ofensa una persona puede intentar olvidarlo, o bien quedará con cicatrices emocionales, y qué son las cicatrices emocionales? Más que nada, heridas sentimentales que causan un cambio permanente en la vida de una persona, véase abandonar a una persona o dejarla de lado, lo más probable es que le duela mucho, sobretodo si es un ser querido. Si se hace lo anterior sin razón alguna y la persona queda muy herida se culpará a si misma y quizás, solo quizás, se prometerá no volver a confiar en la gente, siendo más cauteloso y mucho más desconfiado.

Por último: Qué pasa si superas una herida emocional? Normalmente, a más te insultan, menos te afectan, dado que te puedes terminar acostumbrando, solo hay que ver a aquellos famosos con millones de tanto seguidores como haters, siguen vivos o eso aparentan. De manera que es fácil decir que después de una herida emocional nos hacemos más fuertes, pero no solo en sentimientos, también en carácter, en actitud, básicamente en nuestro interior. 

No debe ser casualidad que seamos la raza más poderosa en este planeta y que, sin embargo, que nuestra más remarcable debilidad se halle dentro de lo que nos hace distintos al resto de animales. Estamos llenos de puntos débiles por dentro y es indiferente cual sea tu envergadura física, sigues siendo igual por dentro, igual que todos, te hieren los mismos comentarios, te molesta que te los digan y te hiere que sea gente que quieres, porque sabes que al fin y al cabo llevan mucho tiempo contigo y que algo de razón tendrán.

De manera que, cuando me preguntan qué es el dolor, ya simplemente me limito a responder:

"Nuestro punto débil".