Divagaciones compartidas
Era uno de esos momentos en los que me ponía a reflexionar; iba a la casa de mi vecina y tocaba la puerta, sabía de antemano que allí estaría. Ella siempre estaba ahí, expectante, tal vez sabía de alguna forma que yo quería regresar. Tal vez sabía de alguna forma que ella me hacía pensar, y cuando uno piensa, es inevitable no preguntar. Y así es como volvía, reiteradamente, a reflexionar.
Imaginaba tal vez ella qué, una vez que se haya ido, contagiaría ese ánimo de pensar, porque deseaba preguntar. Yo quería saber. Porque esa mujer sabía muchas cosas, secretos que no podían revelarse sino en el momento indicado, verdades disfrazadas de mentiras y teorías un tanto descabelladas, que de una u otra manera, se hacían realidad.
Ella tenía una vida soñada –cómo puede ser que tuviera una vida soñada. Así es, ella tuvo una vida perfecta –lo que ella consideraba perfecto- que no había sido fácil, para nada. Incontables son las veces que pregunté cuál era el secreto, pero cuando se dignaba a contestarme respondía algo así como “Cuando la luz atraviese tus ojos, pensarás en si has hecho lo correcto, y veras pasar todo aquello por lo que luchaste, te darás cuenta –entonces-, de que al final, ha sido en vano.” Esta frase fue la culpable de mi primera depresión. Mi infancia estaba resumida es aquellas tristes palabras. Todo ha sido en vano. Si es así, ¿por qué habría uno de esforzarse en ser mejor o peor persona? Claro, eso dependía de los puntos de vista. Eso lo había aprendido “yo solita” pues, como mi vecina decía, nuestra vida no es individual. Colectiva ni siquiera roza la complejidad de la vida de cualquier ser vivo que interactúa con su medio.
Impulsada por las ganas de demostrarle que no tenía razón, imaginaba un mundo en el que todo se desarrollara según los gustos de cada uno. Y luego realizaba acciones para convertir este mundo, mi mundo, en algo similar a mi mundo de ensueño.
En fin, con ella pasé muchas tardes. Supongo que mas valiosas que las que pasé con mi familia, pero aún así, entre divagaciones de locura, espero conservar ese álito de razón para decir cual el secreto de la vida. Si lo que decía mi vecina era verdad, por fin podría encontrar la respuesta.
Es una nueva historia que empecé, y espero poder terminar. Se la dedico a X, quien no me abandonó cuando divagaba.