I

1K 117 41
                                    

Tres… dos… uno...




Era tiempo.




Debía ir a por él.







La luz del día se colaba levemente por una pequeña abertura de la ventana, hacia el interior de la desordenada habitación, al igual que el viento que movía las cortinas en una danza.

Taeyong, que se encontraba sentado en una mecedora, balanceándose suavemente con sus pies, con la mirada perdida en algún punto fijo, los labios resecos, el cabello desordenado y un cuchillo de carnicero en la mano; se levantó repentinamente con una media sonrisa en el rostro en cuanto el contador de su mente llegó a cero.
Relamió su labio inferior mientras se dirigía medio encorvado a traspasar la puerta abierta de su habitación, con una pequeña gota de sudor que corría por su espalda al sentir aquella excitación y la adrenalina correr por su cuerpo como veneno que lo intoxicaba por dentro al acercarse a su destino.

El cuchillo se balanceaba de un lado otro, sus dedos lo sostenían fuertemente en un puño que dejaba sus nudillos en blanco. Bajaba por las escaleras, disfrutando pisar cada escalón que lo llevaban hacia el piso de abajo; cada pisada era una ola de placer que le erizaba el bello de la piel, le hacía querer respirar a bocanadas todo el aire, porque el pensar en lo que iba a hacer lo estaba matando.

En cuanto Taeyong bajó el ultimo escalón: se detuvo, simplemente se quedó ahí, parado. Su pecho subía y bajaba, tenía la respiración agitada, su corazón martilleaba contra su pecho; parecía que en cualquier momento podría salirse, y nada le quitaba la sonrisa macabra, y los ojos oscuros y desorbitados de su rostro con gran ojeras y palidez.

Sus pies se movieron hacia la blanca puerta que estaba debajo de las escaleras. Era un lugar muy oscuro con poca luz, llamado ático —o sala de juegos para él y el otro— un lugar muy oscuro, pero que al fin y al cabo se mantenía limpio, con un bar y televisión incluida —muy oscuro—

Con los dedos temblorosos —aún con la macabra sonrisa en el rostro— agarró el picaporte y lo giró. Un "click" sonó, un sonido que le hizo estremecerse exageramente con el cuerpo, como si de un tic se tratara. Escuchó el dulce llanto de su presa que rezonaba por todo el lugar, un llanto desesperado mezclado con un grito que no lograba ser al ser detenido por una cinta adhesiva sobre sus labios.

El chico que se encontraba sentado y atado con las manos hacia atrás en una silla; con las muñecas al rojo vivo por la soga que se encontraba muy apretada, quemándolo; intentó gritar al ver a su depredador, parado, mirándolo desde las sombras con un gran cuchillo en la mano. Cerró los ojos de la impresión, como si estuviera viendo un fantasma, y sus lágrimas cayeron por sus mejillas que ya estaban empadadas de ellas.

Taeyong ladeo su cabeza mirandolo mientras se dirigía con sigilo hacia él, de pronto comenzó a llorar mientras miraba a su víctima sufriendo desconsoladamente, mientras reía y con su brazo limpiaba su cara. Volvió a mirarlo mucho más de cerca y besó cada mejilla, lamiendo las lágrimas del otro, dejando un pequeño beso sobre la cinta que el otro llevaba en su boca.

Lentamente se puso derecho, aun mirandolo como un desquiciado, y le dio la vuelta para posarse por atrás. Ten no paraba de llorar, ya histérico, dándole la sensación de que en algún momento vomitaria su corazón por su boca, porque este latía tan fuerte que parecía que iba a salirse, o a reventar como una granada.

Taeyong levantó el cuchillo y lo rozó por toda la espalda de Ten con la punta, enviándole al otro escalofríos por todo su cuerpo, hasta que sintió que las soga que ataban sus manos había sido completamente rota. Sin esperar algo, sin pensarlo, sin mirar a nada más, simplemente corrió hacia las escaleras, subiendo con desesperación y apuro, y cruzó la puerta de él ático.

El "chico demente" simplemente miraba la escena de su víctima queriendo escapar con desesperación, con mucha excitación, incluso dejándole algún pequeño problema por los pantalones. Suspiró, sonriendo enormemente mostrando sus dientes, y se encaminó hacia arriba con emoción porque: su juego favorito había comenzado.

El se sentia como cuando era niño de nuevo, como cuando jugaba al juego de las escondidas y con el mismísimo Ten, su supuesta víctima.
Mientras camina por el living de la enorme casa, imágenes pasaban por su cabeza, y se proyectan como una película en una sala de cine: Dos niños pequeños de no más de diez años, jugando juntos; uno contando sobre una pared, y el otro buscando el escondite perfecto para no ser encontrado por su adorable amigo, con esas cosquillas en el estomago cuando algo te desespera. Y era irónico que justamente eso fuera lo que estuviera sintiendo Ten, esas cosquillas en el estomago mientras se ocultaba en algún lugar de alguna habitación, desordenada.

Taeyong comenzó a contar números a todo pulmón. Dejó caer el cuchillo por alguna parte de la sala y se dedicó a mirar como un águila y a caminar como un león por toda la habitación. En cuanto no encontró nada más por el enorme living, prosiguio a buscar en la cocina, en los baños y en cada habitación de la planta baja.

Obviamente él no estaría ahí, Taeyong lo sabía, simplemente alimentaba las sensaciones de miedo, de placer, de adrenalina en su cuerpo, su morbo y su desesperación, sobre todo eso. Era una persona a la que le gustaba hacerse sufrir un poco de vez en cuando.

Su cuerpo comenzó a temblar en cuanto comenzó a subir las escaleras que lo llevaban hacia su habitación, cada paso era una ola que lo ahogaba y lo hundía en placer; la maldita sensación de placer de encontrar algo que deseabas demasiado multiplicado por mil.

Y en cuanto entró a su habitación, fue derrumbado por algo que golpeó su cabeza, podía sentir levemente una presión y sangre salir de ella.
Ten le había estrellado un jarrón, que se había partido en mil pedazos en cuanto tocó el cráneo del otro.

El vecino de al lado de aquélla casa, que se encontraba desayunando tranquilamente sobre su cama, sintió aquel sonido desde la ventana de su habitación que daba hacia la otra casa. Este simplemente negó con la cabeza en desaprobación y dejó de lado su comida para caminar hacia su ventana y bajar las persianas. Obviamente no iba a molestarse en llamar a la policía; lo había hecho la primera vez que llego a ese vecindario y comenzó a sentir sonidos raros y a sospechar de sus vecinos, pero en cuanto los conoció y supo lo que sucedida, solamente hizo oídos sordos ¿Por qué? Porque le agradaban, nada más que eso.

Ten observó desde arriba al cuerpo tirado de Taeyong sobre su espalda, y no dudó en lanzarse sobre el cuerpo del otro para comenzar a regar besos sobre su rostro y cuello. Se acomodó mejor, colocando una pierna a cada lado del herido chico, sentado sobre el. Y en cuanto Taeyong salió de su trance y dolor, tiró a Ten más cerca simplemente para devorar su boca con desesperación.

—Perdiste, es mi turno —Ten dijo sobre sus labios.

—No es justo, me golpeaste, de nuevo. Eso es trampa.

—Lo siento bebé, te amo ¿Lo sabias?

—Está bien, es tu turno pero primero vayamos directo a lo que íbamos a hacer —Taeyong levantó a Ten del suelo, tirandolo bruscamente a la cama mientras el otro reía. Gotitas de sangre de la cabeza del otro caían y resbalaban sobre su mejilla.

Su amor era loco.
Tenían sus momentos en donde eran simplemente una pareja normal, pero cuando jugaban, sobre todo a su juego favorito: eran capaces de destruirse, porque les gustaba. Así era, se amaban a su manera, pero se amaban.

🍒


Para el que haya leído esta cochinada:

Tenía escrita está cosa alrededor de un año, la cosa es que hace poco la encontré entre los archivos de mi teléfono y como jamás publiqué nada de lo escrito, me atreví a publicarlo porque yolo ekisde mentira no quería quedarme con eso de no haber publicado algo que había pensado mucho en escribir y todo eso.

Está inspirado en el video de Alison Wonderland — U Don't Know.

Y realmente espero que a alguien le haya gustado esta porquería ;; 💕

Hide And Seek ➶ TaeTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora