"Tú estás vivo.
Él no."
Un mundo nuevo regido por el miedo,
dos pueblos unidos para acabar con el enemigo,
una decena de traiciones inminentes,
una victoria lejana,
una perdida de poder próxima;
dos personas de bandos diferentes unidas para final...
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Otro de los caminos está tapado por un montón de troncos apilados que forman una especie de barricada. Están demostrando poder; antes han demostrado fuerza, unión, han demostrado tener gente suficiente y ahora demuestran tener material más que suficiente.
—Estamos nadando en un río de mierda y vamos con la boca abierta —comenta el pelirrojo.
Escuchamos un grito que proviene del puente.
—¡Louis! —aún no lo han matado, está destrozado y atado del cuello, morirá dentro de poco.
—Romperé la cadena —dice el que cuidaba de la mujer embarazada, se llama Aaron.
—No podrás —dice la morena.
—Puedo intentarlo.
—Es inútil —dice Rick —No desperdicies balas.
Me duele; era mi amigo. Me ha enseñado muchas cosas, sobre todo los días que me he pasado enteros en la biblioteca. No tarda en morir; está tan demacrado que esto es como una muerte rápida para él.
Siento calor a mi espalda y no tardo en escuchar los troncos arder. Nos giramos todos.
—Tratas bien a tu gente, ¿eh? Como si fuera tu último día en la Tierra —escuchamos la voz de Simon —. O puede que el de uno de ellos. Deberíais iros, va a hacer calor. Id a vuestro destino —parece una broma.
Volvemos al interior de la caravana.
Vale, genial, ahora que lo tenía fácil con ésta gente la mía me complica más las cosas. Mi padre les está mareando, les mueve como un maestro titiritero y eso me pone enferma. Es verdad, es mi padre, le quiero. Siempre le querré, pero por cada día que pasa ese amor disminuye. Sé que algún día tendré que elegir entre mi padre o una supervivencia limpia y me da miedo que cuando ese momento llegue no signifique nada dejarle atrás.
La tal Sasha, el pelirrojo, Rick y Aaron hablan entre ellos sobre que hacer ahora; Maggie, la mujer embarazada, necesita un medico. Yo he conseguido bajarle la fiebre, pero poco más. Y ahora solo quedan dos caminos, en ambos van a estar esperándoles; lo sé yo y lo saben ellos también. Ya está, no hay escapatoria.
—Deberíais haber acabado con nuestro pequeño grupo cuando aún estabais a tiempo —murmuro.
—No habéis ganado.
Alzo la vista. ¿De verdad son tan necios?
—La partida acaba de empezar, amigos míos, y éste movimiento ha sido maestro por parte de mi gente —observo a Rick —, hemos ganado ésta vez, sino la partida, gran ventaja.
—No —dice el que se ha encargado de trazar las rutas —. No nos esperan a nosotros, esperan a la caravana —primer error — y no saben cuanta gente hay dentro de ella en cada momento —me atrevería a decir que es un segundo error —, pronto anochecerá —¿ves? En eso no se equivoca —
