Apoyo

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—¿Y tú?—esa pregunta se la hicieron así nada más. Lo lograron sacar de sus pensamientos más profundos. Miró un poco a la instructora y luego al resto de sus compañero—¿No tienes nada que decir frente a esto?

—No mucho...—empezó haciendo una mueca y después se forzó a hablar, no era cómodo decirlo, pero de todos modos tenía que hacerlo—Comencé porque en principio... no me entendía a mí mismo ni nada, solo vivía el día a día sin más. Creía tener aspiraciones, pero cuando las pensaba más a fondo—miró a la instructora que lo miraba comprensivamente—realmente estaba vacío. No sé cuánto tiempo duré de esa manera, con ese sentimiento de vacío. Quizá eso fue lo que... me impulsó a comenzar—hizo una ligera pausa y desvió la mirada—. Eso y que mi padre no me entendía del todo.

—¿Y te hacía sentir mejor?—preguntó la instructora. Yuya suspiró ligeramente, su corazón le decía fervientemente que sí, pero en su cabeza que no, que no era verdad.

—No, solo...—se encogió ligeramente—solo eran sensaciones falsas—dijo casi de manera automática. Uno de los compañeros que tenía a su lado y le dio unas palmaditas en la espalda.

—Muy bien, ese es el primer paso para no decaer—le dijo muy animada—. Así que por lo que veo todos ustedes tienen un buen comienzo. Ahora, ¿alguien quiere decirnos alguna nueva inspiración que tengas?

La misma persona que le dio unas palmaditas a Yuya alzó la mano. La instructora le señaló con una sonrisa.

—Me reencontré con una amiga de la infancia ayer—empezó a relatar con una voz algo grabe, tiró su cuerpo para adelante y entre cruzó todos sus dedos—, ella estaba aparentemente bien, pero cuando noté su barriga... bueno ya se han de imaginar. Ella dejó al padre porque consumía y ahora está sola tratando de encontrar un trabajo digno para poder criar a su hijo de la mejor manera posible. Yo le dejé mi contacto y le dije que todo iba a ir bien, que cuando quisiera me podría buscar—inhaló aire y lo expulsó algo fuerte—, que siempre podría ayudarla con eso. Ella no tiene idea de que estoy pasado por algo parecido, y preferiría que tuviese a alguien en quien contar... porque conociéndola no tiene muchas opciones—Yuya hizo una pequeña mueca—. Ella me inspira porque si un tipo que consumía la dejó ir, entonces yo también me estoy perdiendo de muchas cosas. No quiero seguir perdiendo cosas, y mucho menos a personas. Espero que aún no sea demasiado tarde.

—Nunca es tarde, verás que las cosas se abrirán en tu camino, pero solo si miraras hacia adelante y aceptas estas cosas—la instructora le sonrió—. ¿Alguien más quiere hablar? ¿O darle palabras de aliento a su compañero?—Nadie dijo nada y la instructora miró la hora—Si nadie tiene nada más que decir puedo considerar a esta sección por terminada. Espero que tengan un buen día. Nos vemos la próxima semana.

Todos se levantaron y algunos le desearon buena suerte a aquel que había hablado. Sin saber su nombre, sin saber sus intenciones. Pero allí adentro nadie sabía el nombre de nadie.

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—Hey, ¿cómo has estado?—preguntó cuándo se sentó al frente de él en la sala de la cafetería. Yuya le dio una mirada de muerte, no quería ver a ese sujeto—¿Mal?

—¿Qué quieres?—preguntó algo amargo, un poco impropio de él.

—Cuanta frialdad—se hizo el sorprendido—. No hablando en serio, desapareciste del colegio por unos días, ¿todo bien?—Yuya suspiró.

—Mira, no sé qué pretendes y perdón por mi respuesta tan...—agarró otro pedazo de carne y lo machacó contra el tenedor—severa. Pero no quiero que me hables.

—¿Por qué?—preguntó haciéndose la víctima—Si nosotros somos amigos, tuvimos nuestros problemas y...

—Y dejamos de serlo—le completó dejándole con la palabra en la boca. Odiaba ser agrio, parecía totalmente fuera de sí, pero últimamente no podía evitar ponerse así en el colegio—. Y no quiero nada más contigo, asi que te pido que te vayas de la mesa, o que te quedes sin hablarme, porque yo no quiero tener relaciones contigo.

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