Y bueno aquí estoy con un cap extra, este lo he escrito especialmente por la muerte de Paul.
Espero que os guste, comentad y decirme vuestras opiniones respecto a lo que queráis, o si tenéis alguna sugerencia, reciviré todas encantada.
Adieu;)
Siempre he intentado escribir una carta que expresase o contase lo que me pasó para conocerle, es algo que no sería capaz de expresar hablando, por ello, este día lo escribiré, es la mejor forma que se de hacerlo.
Lo primero de todo, será describir como soy y cuál es mi historia:
Tengo diecisiete años recién cumplidos.
Soy rubia, pero no estúpida.
Mis ojos son azules como el cielo.
Hay pecas por toda mi cara y un característico remolino en mi cabeza.
Desde que tengo uso de razón, siempre he cuidado de mi hermano pequeño, tiene catorce años; siempre hemos estado juntos desde que nuestro padre desapareció y nuestra madre murió por una sobredosis de anfetaminas. Y yo como una buena hermana mayor, me hice cargo de Guil.
Por si no lo sabéis mi nombre es Angélica y soy una psyco, al contrario que mi hermano, que él ha tenido la suerte de salir “normal” –así es como llamamos nosotros a los humanos no psycos– mi mestizaje es de cisne, aquellas aves majestuosas de plumajes blancos y largos cuellos, saque esta línea de sangre por parte de mi madre, Margaret, ella era una psyco de la tribu cisne y se casó a temprana edad con mi padre, no pasó mucho hasta que ella se embarazase de mí.
No recuerdo con exactitud a mi padre, solo sé que las facciones pecosas y rubias las sacamos de él, a demás de que él también era un psyco –aunque no sé de qué–, junto con Guil, solos nosotros dos, hemos viajado por todo el continente Oceánico. Ahora mismo, nos encontramos en Sídney Fills –antes solo Sídney–, Australia.
En verdad, antes estábamos en el continente europeo, pero por diversos motivos tuvimos que huir; hace unos años, cuando solo tenía trece años y Guil diez, cometí el grave error de enamorarme. Acababa de pasar por…bueno…las mujeres me entenderán, pasamos mucho tiempo juntos y pude notar que se llevaba muy bien con Guil, y a él también parecía agradarle Christopher –ese era su nombre–, me contó que él era americano y que aunque no le creyese, era un hijo bastardo de la familia Gubster, una de las familias más importantes del Nuevo Gobierno.
Aunque había visto en fotografías a la familia Gubster, la mayoría tenían el cabello al igual que la mismísima plata o en algunos casos poseían un cabello rizado y con tonos otoñales; pero Chris era diferente.
Él era apuesto, a pesar de cómo era físicamente.
Llevaba el cabello por los hombros y era algo puntiagudo, de unos matices amarillos chispeantes, al igual que la luz que emitían los rayos en una noche de tormenta; y sus ojos, sus eléctricos ojos, uno era amarillo al igual que las piedras ámbar y el otro era idéntico a la tierra húmeda después de una larga lluvia.
A pesar de que era más mayor que yo, le entregué lo único puro que poseía y lo que ocurrió…No puedo, perdonadme, es difícil de contar. Lo que os iba a contar no era de como perdí a mi primer amor e hijo.
Si no de la persona que consiguió sacarnos de la oscuridad a Guil y a mí, todo sucedió AYER.
Hacía días que no nos tomábamos una buena ducha caliente, nuestras ropas estaban greñosas y nuestros cabellos rubios ahora se parecían avellanas. Un gran rugido me hiso salir de mis pensamientos, era mi estómago reclamando algo que llevarnos a la boca. En los últimos meses habíamos perdido mucho peso, a causa del hambre.
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Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]
RomantikSegunda parte de crónicas elementales