Ecos de tu Voz

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Como todos los días, me levanté para afrontar mi último día de universidad. Hoy por fin me graduaba, hoy por fin, empezaba el camino hacia mis sueños. Había estudiado Diseño de Modas, y después de ello, iba a emprender un futuro negocio con mi mejor amiga, Miette, dónde intentaríamos hacernos hueco en el mundo de la moda.

La Ceremonia de Graduación fue muy emotiva, tuve muchos sentimientos encontrados, ya que había pasado varios años de arduo esfuerzo, porque nada en esta vida es sencillo, pero, gracias a esa frase que me llegó hasta lo más hondo, <<No te rindas, nunca hasta el final>>, es que sigo siempre mirando hacia delante.

Vi la cara de orgullo y felicidad de mi madre, al verme subir al escenario a recoger mi titulación, ella había sido un gran apoyo para mí. Después, de acercó a mí, con lágrimas en los ojos mientras me abrazaba y no paraba de repetir <<felicidades>>.

Después de la Ceremonia, me despedí de Miette y regresé a casa, tenía todavía muchas cosas que preparar con respecto a nuestro nuevo y futuro proyecto. Subí a mi habitación, y solté mi Diploma encima del escritorio.

Te veías muy radiante en tu Ceremonia, felicidades por tu graduación, trabajaste y esforzaste mucho, te lo mereces —me giré y lo vi sentado sobre mi cama—, estoy muy orgulloso de ti.

—Muchas gracias —le dije sonrojada—. Aunque tú también tienes parte de ese mérito, ya que has sido un gran apoyo para mí.

Bueno, digamos que aguantaste bien alguna que otra vez mis reprimendas— contestó de manera burlona—. Pero en serio, todo el mérito es tuyo, mil felicidades—sonrió de oreja a oreja —¿Te vuelves a ir? — me preguntó al ver que estaba preparándome nuevamente.

—Bueno, me apetecía ir al bosque, a leer un poco. ¿Te quieres apuntar? —le mostré un libro de tapas verdes. Él hizo una mueca, no muy convencido—. Oh, vamos, venga, acompáñame, hace un buen día.

Uhm... Está bien, te acompaño, pero sólo porque me agrada tu compañía— dijo sonriendo.

Los dos salimos de la casa, dirección al bosque, el lugar dónde más me apetecía estar leyendo, mientras él se tumbaba en la hierba, bajo los tenues rayos de sol. De camino al bosque, me llegó el delicioso olor de unos pastelitos recién horneados. Me acerqué y no pude resistirme de comprar dos de ellos.

—¡Uhm, está delicioso! —exclamé mientras saboreaba el exquisito dulce—. ¿Quieres probarlo?

Sabes que no... —dijo con una mueca de disgusto—. Siempre tengo que recordártelo.

—Perdón, perdón, es cierto, siempre se me olvida.

Un día de estos te tachan de loca —comentó mientras miraba hacia todos lados.

—No me importa, y lo sabes —le sonreí.

Llegamos hasta el bosque, dónde me senté debajo de un árbol, apoyando mi espalda en su fornido tronco. En esa perspectiva, me daba un poco de sombra y de rayos de sol. Él optó por hacer lo mismo de siempre, tumbarse en la hierba. Así pasamos, una buena tarde.

¿Y cuándo quedaste con tu amiga Miette para visitar el local para empezar el negocio?

—Mañana a las diez quedé con ella. ¿Quieres acompañarnos? —él sonrió.

Siempre te acompaño. ¿Y queda muy lejos?

—No, para nada, está en el centro de la ciudad. Pensamos que ahí es donde habría más influencia de clientes, por el apogeo del tránsito.

Ecos de tu Voz (One-Shot)Where stories live. Discover now