02 | Muerto.

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02 | Muerto.


Él es humano.

Finge no saberlo, refuerza el metal en su exterior; demuestra fortaleza e impenetrables armaduras.

Se basa en la teoría de qué, todo lo que importa es la figura. Cree que sus músculos son resistentes, que lograran cerrar toda posible herida contra su persona; es fiel a la especulación de qué, esa dureza que reluce en su aspecto, siempre lo protegerá.

Se engaña a sí mismo con vagas creencias.

Se convence de la probabilidad de qué, habitar en solitario será mejor. Busca ventajas en su ardua situación, quiere ver el lado positivo en aquello.

Niega la horrorosa realidad, rechaza el desesperado pedido de ayuda que le demanda su adolorido corazón. Anhela levantarse solo, desea ser el número uno sin compañía.

Ignora las lágrimas que se resbalan de sus pupilas al contemplar la felicidad ajena, el bienestar que destacan sus resplandecientes sonrisas. Esa satisfacción en sus ojos, siempre logra robarle un lamento.

Detesta sentirse así, desprecia llegar a su casa y dejarse caer sobre la incómoda cama. Tapando su rostro inundado de lastimosas gotas, silenciando con música sus notorios sollozos.

Odia oír los golpes de su madre, resonando en la polvorienta puerta. Con ese típico tono preocupado, soltando insultos cautelosos al no poder hacer nada por su hijo.

A Katsuki le disgusta ver a su entusiasta madre así. De esa patética manera, afectándola por sus repugnantes aislamientos.

Bakugou aborrece todo; la maldita escuela perfecta que sólo pone peso infinito en sus hombros, que suele rebajarlo por su sentido malhumorado.

En la Yuuei se siente imperfecto. Excluido del buen ambiente, de la determinación en los iris de sus compañeros, que lamentablemente, él no posee.

Sus carmines sólo rebosan tristeza por doquier, ruegan compañía para subsistir. Pero, lo sabe. Sabe que su orgullo es mayor, que la aceptación no es para él.

En aquella edificación, en ese armonioso escenario, Bakugou se siente incomprendido.

Admira flores, pureza en la personalidad de cada uno. Y después, está él; con tormentos involuntarios, lágrimas sigilosas y una terrible actitud, que lo distancia de todo el mundo.

Conoce la perspectiva que tiene la gente sobre él, que creen que es un alocado monstruo. Estiman rudeza; afirman la posible posesión de un corazón frío, poblado de maldad.

Le llaman monstruo, por haberle hecho bullying, a una persona tan luminosa como Midoriya.

Él no rebusca desmentir el cuento que les brindó Izuku, porque sabe que es verdad. Que él, con minoría de edad lo aisló, dedicándole millones de palabras hirientes que pudieron provocar un desafortunado suicidio.

Katsuki comprende que estuvo mal, que sus acciones fueron crudamente desagradables. Pero, eso no significa que, haya justificativo a lo que él estaba pasando.

Los murmullos en sus espaldas se intensifican, no se molestan en ser precavidos. Ellos desean que el rubio los escuche, que conozca la versión que le demandaba a la comunidad.

No se preocupan siquiera, en la penosa reacción que pueda ofrecer el chico. Sueltan adoloridas palabras sin cesar, devastando aún más la cansada alma de la víctima.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2017 ⏰

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