Capítulo uno
Me sentía viva. Los destellos que alternaban oscuridad y luces tenues, el ritmo palpitante de una remezcla de Ellie Goulding, el movimiento de cuerpos sudorosos bailando, apretándose entre sí, disfrutando unos de otros... El club Sky Launch se me introducía en las venas y me excitaba como no había permitido que nada ni nadie lo hiciera desde hacía tiempo. Cuando estaba allí —trabajando en la barra, ayudando a los camareros o al DJ— me sentía más libre que en cualquier otro momento del día. Aquel club tenía magia. Y para mí un efecto sanador. Con toda su vibración y su vida, el club constituía un refugio seguro para mí. Era un lugar al que me podía asir sin preocuparme por estar excediéndome. Nadie me iba a demandar por estar demasiado concentrada en el trabajo ni por dedicarle demasiado tiempo. Pero corría el rumor de que el Sky Launch, que llevaba en venta desde hacía un tiempo, estaba a punto de pasar a otras manos. Con un nuevo propietario, todo podía cambiar. —Laynie —Sasha, la camarera que trabajaba en la planta de arriba, me sacó de mis pensamientos para devolverme al trabajo—, necesito un vodka con tónica, un ruso blanco y dos butterballs. —Entendido. —Cogí el vodka del estante que tenía detrás. —Es increíble lo lleno que está esto para ser jueves —dijo mientras yo le preparaba lo que había pedido. —Es el público del verano. Verás cómo en una semana esto se pone a reventar. —Estaba deseándolo. El verano en el club era una auténtica pasada. —Entonces es cuando esto se pone divertido. —David Lindt, el encargado del club, se unió a la conversación y sus ojos brillaron cuando la fuerte luz blanca que iluminaba la barra le alumbró la cara. —Divertido de verdad. —Le dediqué a David una amplia sonrisa y le guiñé un ojo mientras colocaba las copas en la bandeja de Sasha y sentía que el estómago se me ponía tenso con un destello de deseo. Él respondió con otro guiño, avivando la chispa de mi vientre hasta convertirlo en una pequeña llama. David no era el amor de mi vida —ni siquiera el de aquel momento—, pero la pasión que compartíamos por el club provocaba algo dentro de mí. Mi interés por aprender más y ascender desde mi puesto de camarera parecía interesarle también a él. Más de una noche en la que me ponía al corriente del negocio había terminado con intensas sesiones de meternos mano. Aunque no me sentí atraída por él de inmediato, su pequeña estatura, su pelo rubio y rizado y sus ojos azules
me fueron gustando cada vez más. Además, su entusiasmo por el trabajo y su excepcional estilo en la gestión eran cualidades que yo exigía en un hombre. Y, la verdad, la mitad de aquella atracción la causaba el poco efecto que provocaba en mis sentimientos. Teníamos una buena química pero no me hacía perder los papeles como me había pasado con otros tíos. Era prudente y firme y esa era para mí la definición del hombre perfecto. Me puse a teclear la comanda de Sasha mientras David llenaba vasos de chupito —supuse que se trataba de un pedido de Todd, otro camarero que trabajaba junto a Sasha—. David rara vez se metía ya detrás de la barra, pero esa noche andábamos escasos de personal y agradecí su ayuda. Sobre todo, por el modo en que estaban aumentando los pedidos. Un cliente habitual estaba apoyado sobre la barra con sus amigos intentando llamar mi atención y, por el rabillo del ojo, vi a un tipo trajeado colocándose en el otro extremo de la barra. Le di a Sasha la cuenta, pero David la detuvo antes de que se fuera. —Espera. Ahora que estamos aquí al menos unos cuantos, creo que deberíamos brindar por Laynie. —Nos pasó los chupitos que había estado sirviendo. Tequila, mi bebida preferida. Le miré recelosa. Aunque no era raro tomar uno o dos chupitos durante el turno, siempre lo hacíamos a escondidas, nunca delante del encargado y, desde luego, no por iniciativa suya. —No te preocupes —dijo David chocando su hombro con el mío—. Es una ocasión especial. Me encogí de hombros, sonreí y acepté el chupito que me ofrecía. —Tú eres el jefe. —Estamos demasiado ocupados como para hacer un brindis en condiciones, así que digamos simplemente que brindamos por Laynie. Estamos orgullosos de ti, guapa. Me puse colorada y choqué mi copa mientras todos los que estaban alrededor, incluyendo el cliente habitual y sus amigos, gritaban «bien dicho» y «salud». —¡Sí! —grité emocionada. Me había esforzado mucho para conseguir mi licenciatura. Yo también me sentía orgullosa de mí misma. Dejé el vaso de chupito con un golpe—. Dios, ¡qué bueno! Consciente de que la gente se estaba poniendo nerviosa, Sasha se fue con su pedido mientras David preparaba el de Todd. Dirigí mi atención al cliente habitual, un tipo de cuyo nombre no me acordaba. Se inclinó hacia delante para darme un abrazo y yo se lo devolví. Puede que no le recordara, pero sabía cómo ganarme las propinas. —Cuatro cervezas de barril —dijo levantando la voz por encima de la música, que parecía haber aumentado el volumen en los últimos minutos—. ¿Dónde está Liesl?
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Adicta A Ti ( Eres mi Adiccion l ) - Laurelin Paige
RomanceElla tenía el plan perfecto hasta que apareció él... y se convirtió en su obsesión El acoso y las órdenes de alejamiento son ya cosa del pasado para Alayna Withers. Con su Máster en Administración de Empresas recién terminado sabe lo que quiere para...