Capítulo 1

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Había un trozo de pergamino en su bolsillo.

Al sentirlo, Harry cerró la mano y lo sacó. Se preguntó cómo habría llegado hasta allí sin que se diera cuenta, pero le restó importancia y pasó a leer lo que ponía con una letra bien elegante.

"Hoy, en el campo de quidditch, a las 10:00."

Era el primer día de clases de su tercer año y ya tenía asuntos pendientes.

—Ron, Hermione —los llamó y ambos lo miraron.

—¿É juhede? —preguntó Ron mientras masticaba el desayuno.

—¡Ronald! —le espetó Hermione disgustada.

Le lanzó una mirada de reproche y él bajó la vista.

—Perdona, Harry. ¿Qué decías?

—He encontrado esto en el bolsillo de mi túnica.

Le tendió el papel a Hermione. Ella lo leyó, lo dio vuelta, lo releyó, lo tocó, lo olió e intentó reconocer la letra.

—Pergamino fresco, de gran calidad. Caligrafía con clase, pluma de águila. Texto breve y claro, pero no han firmado —concluyó.

—Vaya... eres buena —susurró Ron con admiración.

Harry rodó los ojos.

—Sí... pero lo que quiero saber ahora es qué debería hacer.

—No lo sé, Harry... —dijo Hermione.

Se pasó una mano por el pelo y miró el techo, que mostraba un día soleado.

—Por lo que nos contaste en el tren... no creo que sea muy seguro que hagas caso a este tipo de cartas de "personas misteriosas".

—Oh, vamos. ¿Acaso crees que Sirius Black me escribiría una nota como esta para tener una oportunidad de asesinarme?

—¡Harry! ¡No digas eso! —se horrorizó ella—. Y sí, lo creo. Alguien que está detrás de ti podría querer que pensaras de esa forma. Ya sabes... para pillarte desprevenido.

—Ajá —contestó.

No pidió más opiniones durante el desayuno.

***

Cuando salieron del Gran Comedor, Harry se excusó diciéndole a sus amigos que Dumbledore le había pedido que fuera a su despacho, pero lo que realmente iba a hacer era (desobedeciendo a las advertencias de Hermione, como siempre) reunirse con la persona misteriosa en el campo de quidditch.

Mientras caminaba por un pasillo, se encontró a Colin Creevey tomándole una foto a un cuadro de una mujer que posaba con elegancia.

—¡Hola, Harry! —lo saludó alegremente.

—Hola, Colin —respondió, levantando una mano.

—¿Puedo tomarte una foto con mi cámara nueva?

Alzó la cámara que llevaba colgada al cuello y sonrió con súplica. Harry suspiró.

—Bien... pero rápido.

Colin asintió con la cabeza varias veces y se colocó para tomar la foto.

—Sonríe...

¡Clic!

—Ahora, serio.

¡Clic!

—Confundido.

¡Clic!

Nunca olvides [Drarry] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora