Del Odio al Amor Hay un solo paso

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Se encontraba oculto tras de la pared que daba el pasillo, mirando con molestia la escena frente a sus ojos. De nuevo ese maldito y entrometido extranjero estaba coqueteando con su hermana, lo que más molestia le causaba era la sonrisa que ambos tenían en sus rostros... ¡maldición! ¿será que las múltiples advertencias que le había hecho a ese sujeto habían sido en vano, o que?

Que él supiera, ese idiota sabia ingles, italiano y checo, y en más de una oportunidad y haciendo uso de los tres idiomas, le había dicho a ese cretino que no lo quería volver a ver cerca de su hermana, ni a él y a ningún otro sujeto. Pero ese estúpido extranjero, con su actitud coqueta, su sonrisa deslumbrante y su amabilidad trataba de metersele hasta por los ojos a su hermana.

Siguió observando en silencio y rumiando su enojo, hasta que una escena que fue de su total desagrado, lo obligó a salir de su escondite... ¿con qué derecho ese checo de pacotilla se atrevía a besar las mejillas de su hermana? Eso sí que no lo pensaba permitir, ningún hombre a excepción de él tenía derecho de siquiera llegar a tocar a su hermana.

Con la ira bullendo en su interior, avanzó a grandes zancadas, y al llegar al sitio donde se encontraba su hermana, apartó de un firme empujón al hombre más alto, haciéndolo trastabillar por lo sorpresivo de sus acciones.

–¡hey, idiota! ¡te he dicho muchas veces que no te quiero ver cerca de mi hermana!– gritó exaltado y molesto el italiano, mientras se posicionaba frente a su hermana, cubriéndola con su cuerpo y ocultándola de los ojos azules, los cuales le miraban con confusión.

–¡oye! ¡calma! No es lo que parece...– trató de explicarse con un tono afable, estando de arreglar el malentendido, siendo interrumpido por el molesto italiano que no quería escuchar sus explicaciones, simplemente quería que se mantuviera a metros de su hermana y punto.

–¡no me interesa oír tus absurdas explicaciones, ni saber nada de ti, simplemente mantente alejado de mi hermana y punto! ¡desaparece de una buena vez!– gritó fuera de sí, sin medir el alcance de sus palabras. Su hermana, al oír el fuerte calibre de sus exigencias, decidió salir de su mutismo e intervenir para mediar el asunto.

–¡Michele Crispino! ¡por amor a Dios, mira lo que estás haciendo! Mira el gran escándalo que has formado. Estoy cansada de tus estúpidos y repentinos ataques de celos, soy lo suficiente grande como para elegir con quien quiero salir o con quien no, además, has armado todo este absurdo escándalo por un malentendido, Emil y yo solo estábamos hablando...– habló con enojo y explicándole su punto a su celoso hermano, pero se vio interrumpida por este.

–¡no me importa saber lo que estabas haciendo con el idiota este! ¡no te quiero ver cerca a él y punto!– Bramó enfurecido, dando, más que una orden, una sentencia.

–¡pero Michele! ¡tu no tienes derecho de prohibirme nada!– exclamó la italiana, también de mal humor por la actitud obsesiva, intransigente y autoritaria que mostraba su hermano.

–¡si lo tengo! ¡no permitiré que ningún hombre pueda volverte a hacer daño!– exclamó, haciendo evidente la gran preocupación que sentía por el bienestar de su hermana.

–¡Michele! Entiendo tu punto de vista, pero de esa época al tiempo en el que estamos ahora, ya ha pasado mucho, y te recuerdo que ahora yo tengo veintidós... ¡se cuidarme sola!– alegó a su hermano, el cual se mantenía férreo en su decisión.

–te prometí aquel día que te protegería por el resto de mi vida, así que no pienso cambiar mi decisión – aseveró con determinación –y tú se dirigió al checo que observaba el intercambio de palabras en silencio. El italiano se acercó un par de pasos y tomando de la pechera al más alto, lo bajo a su altura, para poner énfasis en su amenaza –te veo cerca de mi hermana de nuevo y estarás en problemas. No te quiero cerca de ella, ni de mi. Entendido– dijo mirándolo con seriedad y molestia, irritándole la expresión serena que mantenía el otro. Lo soltó bruscamente y lo empujó, para después tomar la muñeca de su hermana, y llevársela lejos de allí, ignorando los reproches de esta.

Del odio al amor hay un solo pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora