Prólogo

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La luz se colaba por su ventana, el canto de los pájaros creaba un hermoso ambiente en aquella mañana de otoño.
Una anciana se sentó en su cama y miró su librero, al mismo libro que admiraba cada día al despertar y cada noche antes de dormir. Ella no era más que una anciana, pero tenía una misión clara, la cual no iba a dejar a medias, su ambición la empujaba a seguir adelante sin importarle lo que tuviera que hacer, a quien tuviera que lastimar o incluso a quien tuviera que asesinar.

- Buenos días –Dijo dirigiéndose al librero – ¿Cómo estas hoy?

El librero comenzó a sacudirse violentamente y aquel libro cayó al suelo.
Ella solo observaba como intentaba abrirse y como algunos gritos salían desde dentro. Ya no le importaba escucharlos, estaba más que acostumbrada a ellos, en realidad, no podría iniciar su día sin oirlos junto al sonido de unos violentos golpes. Eran parte de su rutina desde hace décadas. Eran parte de su misión.

- Relájese –Dijo antes de ponerse de pie –Todo está bien, todo estará bien –Recogió el libro y comenzó a acariciar la cubierta teniendo cuidado de no tocar las correas que lo mantenían cerrado –Pronto saldrás del libro, ya es hora. ¿Ves esa casa? –Dijo y apuntó la portada a la ventana –Ahí está tu libertad... Solo espera un poco más, he estado preparando a esa familia para ti.

Un rugido sobresalió de entre los gritos y un líquido negro comenzó a gotear. Eso estaba feliz e iba a estarlo mucho más, mientras veía a un niño salir de su casa de la mano de su madre y subían a su auto.

- Te extrañaré durante el tiempo que dure, pero disfrutare mucho de cuando el plan se concluya... ¿Esta listo? –Preguntó, otro rugido salió en respuesta –Espere un poco más... solo un poco... más...

Había comenzado, el infierno seria desatado sobre esa pequeña cuidad

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