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Noiz soltó un suspiro molesto cuando gran parte de la leche tibia del biberón terminó -una vez más- sobre su ropa. Tomó la toalla que reposaba a un lado de la cama y trató de quitar la suciedad, pero sin éxito. Otra mancha blanquecina se había formado en su camiseta.

— Oye, si no quieres comer entonces deja de llorar —gruñó Noiz a la pequeña bola de carne que sostenía con su brazo derecho mientras trataba de alimentarlo con el otro. Todo lo que recibió en respuesta fueron más lloriqueos y reticencia del pequeño hacia el biberón, negándose a beber su contenido.

Después de varios intentos más, Noiz se dio por vencido. Alejó el biberón con gesto cansado y se recostó levemente en la cama, agotado, mientras Ichirou seguía llorando e inquietándose cada vez más con el correr de los segundos. El clima estaba horriblemente caluroso, no había dormido bien en días y estaba muy irritado. Noiz sentía que explotaría en cualquier momento y el bebé no estaba ayudando en absoluto a su estado de ánimo.

Miró hacia el reloj de la mesita de noche y vio que eran las 4:30 de la tarde. Koujaku había salido a trabajar por la mañana y aún no regresaba, mientras que aquel día Noiz había permanecido en la casa del moreno, que ahora ambos compartían, al cuidado de su hijo en común, Ichirou. El pequeño de cuatro semanas de vida casi siempre terminaba todos los días con Noiz puesto que Koujaku no podía ejercer sus labores de peluquero mientras trataba de cuidar de un bebé.

No podía decir que el mayor no le proporcionaba apoyo en cuanto a Ichirou se trataba, puesto que al regresar del trabajo siempre se ocupaba de él y por las noches ambos se turnaban para ir a asistirlo con sus llantos insaciables, lo que dio como resultado que ambos no estuvieran durmiendo bien.

Él mismo Noiz odiaba permanecer encerrado en la casa sin hacer nada y la mayoría de las veces terminaba por llevarse a Ichirou con él a las partidas de Rhyme o a las reuniones de Ruff Rabbit, lo que era una molestia para él, puesto que el bebé lloraba a todo rato y no podía concentrarse. Noiz muchas veces le dejaba al cuidado de Tae-san o de Sei, quien casi nunca abandonaba el hogar Seragaki mientras trataba de adaptarse a su nueva vida fuera de la torre. Aoba se mantenía ocupado en Heibon, Clear seguía trabajando para Mizuki además de vivir con la familia Seragaki, y Mink también se había establecido en Midorijima luego de estar desaparecido durante un año. Se podría decir que todo el mundo trataba de vivir una vida sin preocupaciones, aunque para Noiz eso no era posible.

Miró al bebé de cabello oscuro, mejillas rosadas y grandes ojos verdes que tanto se asemejaba a Koujaku.

— ¿Supongo que quieres que te de pecho, mocoso? —preguntó, a pesar de saber que no recibiría respuesta alguna— No sé porque te lo pregunto, aún ni sabes hablar.

Tae le había dicho que lo mejor para un bebé era darle el pecho, pero Noiz evitaba hacerlo debido a que al terminar de alimentarlo sus pechos comenzaban a doler y a hincharse aún más. Koujaku también le había dicho que si no se deshacía de la leche sus pechos comenzarían a dolerle aún más, hecho que si era cierto y había experimentado debido a su terquedad.

Resignado, Noiz levantó su camiseta y dejó que Ichirou comenzará a succionar la leche de su pecho izquierdo, que por lo visto, estaba más hinchado que el otro. Se sentía muy extraño, era una sensación incómoda que no se igualaba con ninguna otra y no creía poder acostumbrarse nunca. Koujaku solía lamer y chupar sus pezones durante el sexo, pero era algo totalmente diferente y su único objetivo era el placer. En cambio, un bebé al succionar el líquido hacia que doliese en algunas ocasiones. Realmente debía darle las gracias a Aoba por entrar a su mente y hacer que volviera a sentir de nuevo. Vaya que si.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2017 ⏰

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