La cosa

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CRISTINA

Cristina observaba como la sangre escurría por la bañera, todo aquello que personificaba sus pesadillas estaba en aquel sitio. Se miró en el espejo y rememoró las trágicas escenas que la habían llevado hasta aquel punto sin retorno;

Primero se peleó con Carlo, él la golpeó y fue cuando comenzó aquella extraña sensación: se sentía desorientada, perdida y aturdida.

Luego vino el dolor, aquel malestar tan insoportable que la hicieron doblarse y vomitar. Se refugió en la tina y comenzó a sentir como el líquido recorría su cuerpo.

Después se desmayó.

Lento y con cuidado tomó una toalla para secarse aquel liquido espeso que comenzaba a formar costras en su piel, costras horrendas. Miró sus manos manchadas y el rastro de sangre que bajaba por sus piernas y que se arrastraba más allá de la puerta.

¿Quién lo había hecho?

O más bien,

¿Quién la orilló a hacerlo?

Las preguntas rondaban burlonas por su mente, le taladraban los sentidos y se reían de ella. Cansada se recostó en la pared y terminó sentada sobre las baldosas, con la cabeza entre sus brazos fijó la mirada en sus pies y limpió la suciedad de ellos. La sangre seguía manando de sus piernas y por más que limpiaba jamás se iba. Alguien tocó la puerta desesperado por entrar y después creó un patrón para torturarla.

Dos golpes y una pausa.

Dos golpes y una pausa nuevamente.

Silencio.

Los golpes se reanudaron.

Volvió a ponerse en pie y se recargó en la tina, ahí veía a su pesadilla retorcerse de dolor, en una agonía silenciosa que se repetía sin final aparente.

El grifo comenzó a gotear, los golpes en la puerta eran tan intensos que temía que la derrumbaran y tener que enfrentarse a quien estaba detrás. Registró los sonidos en su mente;

Los golpes en la puerta.

Las gotas que caían.

Alguien se arrastraba.

Inclusive un bebé lloraba, ¿Por qué nadie lo callaba?

Mientras más oía, más recordaba y más loca se volvía.

Sintiéndose derrotada se metió a la tina y suspiró, no estaba sola.

Sintiéndose asfixiar despertó rápidamente; el agua que antes la ahogaba ahora estaba debajo de su cuello. Miró a su alrededor y descubrió la fuente de sus pesadillas.

La cosa a su lado le sonreía.

Y alguien más allá de la puerta disfrutaba prolongando su agonía.

Cristina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora