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Viven en el mundo de las declaraciones. A mitad del mar y en una isla. Pueden ser pequeños cuando nacen, algunos siendo tiernos y adorables; otros no tanto, porque se enredan hasta entre ellos mismos al crecer, tan fuertes y complejos como los nudos de los barcos de las Verdades, quienes siempre amables suelen ir a ayudarlos cada vez que los problemas sobrepasan de su alcalde.

Las Verdades suelen sorprenderse al visitarlos, porque en cada ocasión que desembarcan encuentran nuevas Mentiras. Una vez se toparon con uno de tamaño colosal: se encontraba sentado mirando al horizonte con un brazo apoyado en una montaña, ignorando a las Declaraciones que trataban de llamar su atención con megáfonos y sartenes. Fue una semana tediosa para los pobladores, pero al final pudieron disminuir la altura del gigantón al construir una escalera hasta su oído. Los alcaldes de ambos países suspiraron tranquilos después de eso; no era común apreciar Mentiras tan colosales, aunque por lo regular dos o tres de volumen superior a la media solían pasearse de forma ocasional por el puerto al mes; a veces tumbando sin querer el gran farol rojo - aquel que se enciende cuando el encargado de la isla no puede mantener el control y pide ayuda a la Verdades -, dejándolo como un simple cacharro de metal. Es en esos días; en los que el alcalde mancha sus finas ropas con tierra y aceite tratando de colocar piezas en donde no van; en el que las Mentiras medianas se acercan lentamente a su líder, llenos de una extraña empatía por la única Mentira que trabaja desde el alba hasta el noche por la seguridad de sus habitantes. El único que juguetea con las traviesas Mentiras pequeñas que constantemente se enredan en sus cabellos, y el que jamás olvida a las de tamaño minúsculo, aquellas que desaparecen de sus casas de repente dejando solamente comida recién hecha sobre la mesa.

Las Mentiras son excelentes en su trabajo. Son capaces de eliminar sus conflictos de conciencia con tanta facilidad, que muchas veces las Verdades creen que no poseen consideración y que no les importa lastimar, no obstante, muchas Mentiras si la tienen, y como no desean sentirse mal, usan su extraordinaria inteligencia para buscar un millar de posibilidades– revisando cada detalle antes de hacer uso de su extensa imaginación – y hablar con esa seguridad tan característica de ellos para ocultar su pesar.

Muchas veces, mientras caminan por las estrechas calles de las villas, los alcaldes suelen escuchar que las Mentiras son completamente opuestas a las Verdades, porque una te engaña y eso es malo; otra se sincerara y eso es bueno; sin embargo, ambos líderes creen que, de un modo extraño, hay más similitudes de lo que parece entre ambas declaraciones: pueden herir, curar y cambiar una realidad. No pueden existir sin la otra.

Los alcaldes son importantes para sus habitantes, mantienen un orden en la isla y en sus aldeanos, conservando un control en su crecimiento, siempre asegurándose de cuidar hasta la última Mentira y Verdad. Son queridos y respetados a pesar de que en la isla de las Mentiras no suele verse en primera instancia, y son los únicos cuyo tamaño no varía sin importar las circunstancias, porque tienen una naturaleza mucho más equilibrada que el resto de los pueblerinos.

El mayor problema de las Mentiras es su naturaleza indefinida. Muchos de ellos son indiferentes a los problemas de su propia isla, otros son gruñones o muy exagerados. El alcalde suele ser muy amable, sin embargo su esposa no es la más alegre del mundo. Por las calles corren Mentiras menores con risas traviesas, pero los que son un poco más grandes caminan con apatía. Muchos tienden a cambiar de repente: el que era feliz ahora es triste, el que era miedoso ahora es valiente. El carácter ambiguo de las Mentiras complica mucho el trabajo del alcalde, porque al no definirse estas se enredan y crecen con cada confusión que surge en su cabeza, destruyendo de a poco la isla en donde habitan. Por ello, hay ocasiones en que las Mentiras quieren ser Verdades, porque cuando se es de una especie tan criticada y odiada, a pesar de la naturaleza que se tenga, existir rodeado de un mar de prejuicios es difícil. Muchas Mentiras desaparecen entre sollozos débiles a la orilla del mar, en callejuelas oscuras o simplemente al cerrar los ojos y dormir.

"Entender a las Mentiras es una tarea complicada" Es una frase común entre las Verdades, porque saben que no hay negro o blanco, sino una gama de colores que se mezcla una y otra vez, como una pintura abstracta que se entiende de mil formas y cuyo significado sólo conoce el autor del mundo de las declaraciones.

Las MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora