1. La pequeña inocencia

63 4 0
                                    

Alguna vez se preguntaron ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es el amor? ¿Y la libertad? ¿La justicia? ¿La familia? Son términos muy abstractos y difíciles de describir a simple vista, pero la realidad es que muy pocas personas conocen el verdadero significado de cada una, por lo que se aferran a ellas hasta el fin de sus vidas, y por lo que darían todo en sus manos con tal de poder obtenerlas.

Muchas veces por las tardes me siento en aquel solitario banco, viejo y gastado, solamente a observar el pasar de la gente, me encanta admirar como las diferentes personas disfrutan del aire libre y la luz del atardecer, es el mejor momento para ver como las aves, plantas, peces y cada ser vivo del lugar se prepara para descansar. Muchas veces consigo ver madres jugando con sus hijos, empleados renegando por teléfono, personas paseando a sus mascotas, parejas besándose, y hasta he visto niños llorando; pero lo que siempre me he preguntado realmente es ¿cómo la gente sabe el significado de estas palabras? ¿Como aquel chico que abraza a su chica y le declara su amor está seguro de que será por siempre? ¿Cómo aquel señor anciano que pasea su perro de mil dólares está orgulloso sabiendo que hay demasiados cachorros abandonados esperando un hogar? ¿Como ese joven tan apuesto y con muchas oportunidades para aprovechar está regateando y suplicando por mantener su empleo? Nunca dejé de hacerme estas preguntas. Día a día siempre vuelvo al mismo lugar, ansiosa por lograr ver algo más, algo más que solo lo rutinario. Pues nunca he logrado conseguir la felicidad plena, ni el amor eterno, ni la libertad, ni nada de eso, pero eso no significa que no sepa su verdadero significado y valor.

No voy a decirles mi nombre, por lo menos no por ahora, eso no es importante, solo vengo a contarles una historia, la historia de mi vida.

Los primeros años de mi vida crecí en un pueblo bastante alejado de la industrialización. No teníamos demasiado dinero, pero aun así, podíamos arreglárnoslas para sobrevivir. Todas las mañanas mi madre se levantaba de la cama, se ponía su largo y hermoso delantal, se recogía el cabello y salía a recolectar los alimentos de su granja para poder hacernos el desayuno a mi hermana y a mí. Mi padre, un hombre robusto y muy respetado entre su gente, siempre se despertaba más tarde, se colocaba sus grandes y pesadas botas y se iba a trabajar. Mi hermana y yo nunca logramos verlo para la hora del desayuno, era un hombre demasiado ocupado; se iba por la tarde cuando despertaba y regresaba tan tarde que para ese entonces todas descansábamos, pero a nosotras mucho no nos importaba. Siempre me destaqué por ser un poco diferente a mi familia, mi madre nunca dejaba de decirme que era muy bonita y que mis ojos eran dos hermosas y perfectas gotas azules que llenaban su alma, por supuesto yo siempre sonreía y la abrazaba, ya que ni siquiera entendía a lo que se refería, pues solamente tenía 6 años. Nunca llegue a tener muy buena relación con mi hermana, pero siempre la admire. Amaba su forma de desenvolverse con las personas, su gran carisma y popularidad en el barrio. Ella era todo en mi vida, y siempre hacía lo posible por acercármele, pero de alguna forma yo no representaba lo mismo para ella.

Una calurosa tarde, me asomo por la ventana de mi habitación y observo que mi madre se encontraba en el jardín de nuestra casa, trabajando en sus cultivos. Yo siempre tan traviesa quise sorprenderla, y se me ocurrió la gran idea de asustarla por detrás; así que salí corriendo por la puerta del comedor y di una vuelta por toda la casa para quedar justo detrás de ella. Cuando me acerco la escucho llorar, sabía que algo no andaba bien así que decidí no asustarla y la abrace cariñosamente. Tenía un ojo muy hinchado y parecía estar de otro color; yo le pregunte qué era lo que sucedía pero ella dijo que se había lastimado con una roca y que estaba todo bien. Esa tarde me quede a su lado todo el día.

Aquella noche, mama había hecho pollo con verduras para cenar, yo estaba muy feliz porque era difícil conseguir pollo en ese entonces. Mientras estábamos sentadas sirviendo la cena, nuestro padre llega antes a casa, eso me hizo emocionarme aun más, ya que casi nunca llegábamos a verlo en la mesa. Pero la cara de mi mama al verlo entrar, no fue la misma que la cara que yo veía siempre, sabía que algo andaba mal, algo no concordaba y no lograba entender que era. En seguida, nuestra madre dice:

La historia de mi vidaWhere stories live. Discover now