.-Desafío para Es De Fanfics.
.-Signo: Tauro.
.-Canción: BYOB de SOAD
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—¿Ahora será la encargada de cuidar de mi salud mental, Comandante Lecter? — preguntó Willow jugando con los largos risos que adornaban su cabeza.
Estaba en el elegante consultorio de su nueva psiquiatra, la Doctora Hannah Lecter, quien también era una veterana de la guerra de Afganistán, con la que había compartido muchas más cosas que una simple trinchera maloliente.
—Estoy en el programa de ayuda a veteranos, Willow, y fuiste asignada a mí. — murmuró la doctora, cruzando sus largas piernas enfundadas en medias oscuras debajo de una falda que le llegaba casi hasta las rodillas.
—Si, cuando lo supe pensé "¡Vaya mierda tan sensacional! ¡Volveré a ver a Hannah!" Pero resulta que te has convertido en una acomodada burguesa más. — murmuró Willow, abarcando con sus preciosos ojos azules el elegante consultorio de Hannah.
—¿Eso te provoca incomodidad, Willow? — preguntó la doctora, sin que las palabras malsonantes de la otra mujer o su evidente sarcasmo hicieran mella en ella.
Estaba acostumbrada a esa actitud en Willow, más ahora que la guerra había terminado y las secuelas de estrés post traumático eran más que evidentes.
—No demasiada...— susurró Willow con una leve mueca, pensando en el imbécil que se encargaba de la sección de veteranos de guerras acontecidas entre los años 99 y 2005 y que había decidido que era buena idea asignarle un doctor a Willow para que cuidase de su frágil mente.
Tan frágil como lo era la mente de los veteranos de cualquier guerra.
—Creo que puede ser una experiencia provechosa, después de todo, estuvimos en la misma situación. Ambas. — replicó Hannah, mirándola con intensidad.
Willow le devolvió la mirada con una sonrisa.
La doctora Lecter seguía siendo tan hermosa como cuando la había conocido, hacía ya diez años.
Cabello rubio dorado y largo, unos hermosos ojos de color rojizo enmarcados por espesas pestañas, alta y con un trasero y unos pechos que daba gusto contemplarlos, a pesar de que el resto de su fisonomía era bastante delgada en contraste.
—Estoy harta de ver como se esfuerzan por mantenernos a los veteranos en nuestros cabales cuando fueron ellos mismos quienes nos arrebataron toda oportunidad de ser normales... Creando sus guerras de mierda. — susurró Will jugando con el cierre de su chaqueta que ni siquiera se había tomado la molestia de quitarse.
Ella no vestía como una mujer cualquiera y se veía quizás algo descuidada.
No llevaba maquillaje y usaba unos jeans desgastados con pantalones y camiseta de tirantes de estilo camuflado.
La chaqueta de cuero negra para rematar el conjunto la hacía verse como toda una chica mala, al igual que las botas casi hasta la rodilla.
—Uno de los mayores miedos del gobierno es que les dejemos una mala imagen... Y de que vean que la mayoría de nosotros acaba con varios tornillos menos. — añadió Willow, sin mirar a ningún lado en particular.
—¿Y cuáles son tus miedos Willow? — preguntó Hannah, yendo al tema que más le interesaba de manera lo más sutil posible.
—El ruido de los aviones... Siempre que escucho un avión pienso que estamos otra vez en el campamento base y que las bombas van a empezar a caer sobre nuestras putas cabezas ¿Lo imaginas? Pero ya no hay bombas, ni campamentos base, al menos no cerca de mí. — respondió Willow.
—¿Tienes muchas pesadillas Willow? —
—Una recurrente...— Willow enfocó la mirada en Hannah y le sonrió de manera extraña —Sueño con que tú y yo estamos bailando en el desierto, explotando el brillo de ese sol maldito que parecía devorarlo todo a nuestro alrededor. Solo para después convertirnos en cenizas. Es aterrador ¿No crees? Puedo sentir en esos sueños como nuestra piel se deshace, y luego nos veo unidas, convertidas en una misma estatua de ceniza oscura. —
Hannah guardaba silencio, simplemente contemplando a su nueva paciente.
La charla se prolongó durante más del tiempo acordado para una simple sesión, y al terminar, Hannah invitó a Willow a cenar en su propia casa.
Era ya casi media noche cuando Willow Graham, parada delante de la chimenea de la elegante casa de la doctora Lecter, sintió las finas pero fuertes manos de ella apoyarse sobre sus hombros.
El día había sido extraño, como su vida entera, como aquella lejana y a la vez cercana guerra en la cual se habían conocido.
Willow aun podía recordar la primera vez que la había visto, cuando era una inexperta jovencita con la cabeza rapada que llegaba a tierras extranjeras creyendo que podría salvar a su patria de peores atentados terroristas que el 9/11.
Hannah tenía unos años más, era más experta, una mujer lituana que se había ganado la ciudadanía estadounidense y había decidido prestar sus conocimientos durante la guerra para ayudar a su nueva patria.
Willow siempre se había preguntado cuales eran los motivos de esa mujer para estar ahí, pero jamás los había descubierto.
Su relación se había limitado a someterse a las órdenes de ella en el campo de batalla... Y a sus deseos sexuales durante la noche.
Había disfrutado mucho en las manos de su comandante, pero todo eso se había terminado cuando, durante un ataque a la base, Willow había sufrido una herida que casi le había costado una de sus piernas.
Le habían dado la baja y la habían mandado de regreso a casa.
Willow no había vuelto a saber de la doctora Lecter hasta mucho tiempo después.
—¿Extrañas las viejas épocas, Willow? — preguntó Hannah con voz suave y dulce, y sus manos aun encima de los hombros de la otra mujer.
Willow prefirió no responder, y Hannah la hizo darse la vuelta para apoyar sus pintados y sensuales labios sobre los labios resecos de la otra chica.
El beso no duró demasiado, pero estuvo lleno de pasión de parte de ambas hasta que Willow se separó.
—Ya imaginaba que la cena no era por cortesía. —
—Todas mis cenas lo son Willow. Pero mucho más para quien me gusta. —
Los ojos de la más joven estaban llenos de algo muy parecido al rencor cuando se toparon con los de la doctora.
Tenía tantas cosas atravesadas en la garganta desde que la había vuelto a ver, pero lo único que se le paso por la cabeza fue lo siguiente:
—¿Gustarte? ¿Y dónde coño estabas tú cuando cayeron esas bombas y me mandaron destrozada de regreso a casa? —
-Fin-

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Veteranas.
FanfictionWillow Graham es una ex combatiente de la guerra de Afganistán quien se reencontrará con su antigua comandante, la Doctora Hannah Lecter. (Drabble de desafío para la pagina Es De Fanfics) (Gender Bender: Donde todos los personajes masculinos pasan...