Siento el cálido sol en mi cara, entreabro los ojos, veo que estoy enuna cama que no es mía. Lo noto porque al abrirlos completamenteobservo mi entorno y desconozco donde me encuentro, estosmuebles no son los míos, esta cama tan suave tampoco lo es. Tratode incorporarme en la cama porque tengo sed, necesito agua. Alhacerlo siento una punzada en la cabeza.
— ¡Joder!—bufo tocando mi cabeza, siento una venda en esta, frunzoel ceño tratando de recordar, pero el solo hecho de hacerlo me hacedoler.
Busco con la mirada agua, la necesito. Mi boca está muy pastosa yencuentro cerca de la ventana, una botella llena, me quito lassábanas, veo que llevo una remera que me llega hasta arriba de lasrodillas, con desconfianza me acerco a la pequeña mesa donde estála botella, y veo a través de la ventana que afuera está nevando. Sacósu tapa, bebo un sorbo y luego procedo a terminarla.
— ¡Mierda!—digo cuando comienzo a escuchar pasos aproximarse, loprimero que hago es abrir la ventana, volteo a ver a la puerta cuandoesta se abre cuando logro saltar hacia afuera, estoy en el tejado, mealejo y comienzo a caminar despacio para no resbalarme.
—Elisa, avisa al alfa que se ha despertado. ¡Ahora!—Oigo que aalguien ordenar. — ¡Oye! Espera. —grita, lo volteo a ver, lo veosubiéndose al tejado, comienzo a caminar más rápido, llego hastacuando termina este.
Veo a una gran multitud frente a mí, alguien está hablando, estaspersonas están oyendo con atención, de un momento a otro, elhombre que estaba hablando, deja de hacerlo para posar su miradaen mí, todos lo notan y voltean a ver, ahora tengo demasiados ojosobservándome, eso me hace sentir incómoda y busco la manera desalir de aquí.
—Eres escurridiza. —dice el mismo chico que me estabapersiguiendo, volteo y noto que su contextura física da pavor, sus ojosverdes intimidantes.
Saco mis garras, lo miro tratando de analizar cuál es su siguiente movimiento. Él deja de mirarme e inicia a mirar detrásde mí.
— ¡Cuidado!- vociferan varias personas cuando quiero girar, pero doyun paso en falso, resbalo y empiezo a descender, pero soy sujetadapor un brazo.
—Dean va a matarme. — miro al chico que está sujetándome, trata desubirme, pero lo freno con la mano, él obedece y espera.
—Lo siento. —digo para luego clavar mis garras en su brazoperforando su piel.
—¡Hijo de puta! —brama, soltándome.Se arrepiente cuando me ve caer, pero su rostro se convierte ensorpresa cuando ve que clavo mis garras velozmente en la madera dela casa y posteriormente cayendo.
Me da otra punzada en la cabezavuelvo a tocarme y noto que está húmeda, miro mis dedos y confirmoque es sangre, limpio mis dedos con la remera.
— ¿Dónde estás?—pregunto a mi loba.
—Aquí, siempre lo he estado. —responde relajada.
—Bien, entonces sácame de aquí- ordeno.
—Val, tengo que decirte algo. —dice insegura.
—No es momento. —corto.
—Entonces no voy a ayudarte. —contesta y deja de hablarme.
— ¡Mierda!—grito.
Inicio a mirar de un lado a otro buscando una salida, pero no laencuentro. Cruzo mirada con una persona, este está mirándome atentamente, esperando ver cuál será mi siguiente movimiento, sumirada grisácea hace que se me salte un latido.En ese momento se me vienen recuerdos de la competencia, el ciervobebé, persiguiendo una liebre. Ahora sé dónde estoy, y sé que estoyen peligro. En ese momento el hombre que estaba arriba delescenario comienza a bajarse de este. La multitud empieza a abrirsedándole camino libre y procede a caminar hacia mi dirección.
Empiezoa correr y me adentro hacia el bosque. Me detengo al sentir ese aromatan peculiar, café intenso.
—No lo entiendes ¿cierto?—pregunta mi loba.
— ¿Qué es lo que no entiendo?—cuestiono.
Estoy tan distraída hablando con mi loba y esa fragancia hipnotizanteque de un segundo a otro estoy rodeada de varias personas, que medejan sin un escape. El olor aumenta como si se aproximara, giro y loveo acercándose lentamente hacia mí.
—Él es tu mate. —dice confirmándolo.
Él da dos pasos hacia mí dejándome sin espacio de retroceder, sujetami cintura y me presiona contra su torso.
— ¿Dónde crees que vas?—gruñe en mi cuello, me da escalofríos enel momento que siento que me huele y me besa allí.
Su olor es tan fascinante, no le tomo importancia que haya personas anuestro alrededor, mi loba está excitada, gruñe.
—Mío. — dice.
Él ríe, pero me presiona para acercarme más.Somos interrumpidos por el chico que me corrió en el tejado y trato desalvarme cuando casi caigo.
—Hola, soy Alessandro. —se presenta, estira su mano, con el brazodonde su remera está rasgada y donde se ve un poco de sangre seca,su herida está completamente curada.
—Hola, soy Valezca. —respondo su saludo, trato de estirar mi manopara saludarlo, pero mi mate no me suelta y gruñe torvo cuandoalcanzo la mano de alessandro.
—Calma Dean, solo quiero conocerla. —responde en modo burla.Desvío mi mirada para volver a ver a mi mate, su nombre esDean.
No puedo comprender por qué sigo aquí, y no quiero huir de sulado. Sé por qué no quiero irme porque al mirar sus ojos me trasmitencalidez, es como si estuviera en casa, protegida. Un pelinegro conesos ojos grisáceos como si estuviera viendo un día nublado. Narizrecta, labios suaves y finos.Pero nuevamente somos interrumpidos por alessandro.
—Dean. La competencia va a iniciar, debes de terminar el discurso. —expresa con cierta incomodidad.Dean asiente, sin voltear.
Vuelve a olfatear mi cuello, gira cuando estásatisfecho. Inicia a caminar conmigo encima, yo trato de bajarme,pero él bufa.
—Oye, bájame. —digo tocando su pecho.Él no responde, pero sé que me está oyendo. Vuelvo a insistir lomismo y soy nuevamente ignorada.
Gruño irritada. Él se detiene y laspersonas que están con nosotros también lo hacen.
—No vas a bajarte. —ordena.
— ¿Por qué demonios no?—levanto una ceja fastidiada. Él no es midueño, yo puedo hacer lo que me plazca.
—Bien, si eso es lo que deseas. —me suelta y caigo en el suelo,tiemblo cuando mi cuerpo lo toca y siente la fría nieve. Y en esemomento me doy cuenta de que tenía tanta adrenalina en el cuerpo queolvidé que estaba nevando, descalza y con poca ropa.
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La princesa del lobo.©
WerewolfValezcka Bettfor es hija del alfa Simón Bettfor. Ella se ve a obligada a entrar en la competencia que se realiza cada año a mejor cazador de la manada, pero algo sale mal y sin darse cuenta cruza al territorio del enemigo, se lleva la sorpresa que...