SI YO TUVIERA LA LLAVE

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El amor se debe cuidar, de la gente, de la familia e incluso de uno mismo.

En esta época, en esta donde el amor es solo un mito, quien lo tiene es bendecido y al mismo tiempo un punto fijo para dañar.

El amor debe cuidarse.

Siempre.

Patrick dejó su maletín en el pasillo, pasó sus dedos por la pequeña bola de pelos que se estaba estirando en el mueble, la gata maulló y sus ojos azules brillaron al verlo.

—Papá ha llegado, princesa —se sintió estúpido al decirlo, pero desde que Azucena la trajo, la trataban así, y primavera era feliz. Dejó las llaves y el celular en la mesa de cristal y subió las escaleras de dos en dos, empujó la puerta y se quedó por segundos ahí, viéndola dormir, aferrarse a la almohada de él.

Su princesa.

Se quitó las botas y desabrochó los pantalones, luego subió a la cama con cuidado y se inclinó posando sus labios en el oído de ella, Azucena se removió y Patrick sonrió.

—Hola —la saludó, ella se removió en la cama estirándose cuando lo escuchó reír a carcajadas. Se giró y esbozó una sonrisa inhalando el aroma a jabón que él tenía, su cabello corto estaba húmedo y ella se permitió pasar sus dedos por esas pequeñas ondas, tiró de ellas y se inclinó estampando su boca contra la suya.

—Hola mi amor —respondió Azucena cuando se alejó de su boca. Patrick envolvió sus manos alrededor de su cuerpo para después enterrar su nariz en su cuello, ella rió sujetándose de sus hombros desnudos—. Te extrañé.

— ¿Mucho?

—Demasiado —confesó risueña cuando él hizo una mueca y sus labios se fruncieron. La joven soltó un suspiro y se acomodó en sus brazos, recostando su cabeza en el pecho de su esposo para escuchar sus latidos—. ¿Qué tan fuerte fue el incendio de hoy?

Patrick era bombero, un valiente hombre que arriesgaba su vida para salvar a los demás y así lo había conocido. Su vecina vivía sola, una anciana tierna que tenía las rosas más bonitas del barrio, se había quedado dormida, y pasada de las tres de la mañana, su padre había empezado a gritar que la casa de la vecina se quemaba, todos se habían levantado con sus baldes de agua fría, gritando y pidiendo ayuda, quería ayudarla, pero apenas y podía entrar.

El carro de bomberos llegó, y ahí bajó Patrick, le dijo a su madre que se calmara, que él traería a su vecina, que confiaran en él. Lo hizo, fueron los minutos más largos hasta que él regresó con la anciana en brazos, mientras gritaba pidiendo que la ambulancia llegara rápido.

Mirta se recuperó, Patrick conquistó desde ahí su corazón y desde entonces habían caminado de la mano. Ella terminó su carrera, y luego ambos estaban diciendo; Si, acepto, frente a toda su familia.

—Una casa incendiada y lo único que hallamos fue un cigarrillo —respondió él acariciando su cabello, la joven cerró los ojos ante el suave tacto de sus dedos en su cuero cabelludo—. Lo bueno es que llegamos a tiempo y pudimos evitar algo peor.

—Me imagino. ¿Y los dueños?

—De viaje, al parecer han salido hace un par de días. Rescatamos algunas cosas pero las demás están ya para la basura, me dio tanta pena —dijo bajando su mirada hacia la de ella—. Los dueños son humildes, tienen pocas cosas y esto será terrible.

— ¿Y qué haremos esta vez? podríamos hacer una parrillada para reunir dinero —señaló su esposa y él esbozó una sonrisa tomando su rostro entre sus manos, dejó un corto beso y la miró embelesado—. ¿Qué sucede? ¿Por qué me miras así?

CUANDO LA LUNA TE TRAIGA  (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora