My Sweetie Bunny

10 1 0
                                    

        La noche llega arrastrando una oscuridad pegajosa tras sus pies. La luna se ha perdido en el firmamento y las bestias rugen fuera. Afuera... ¿Qué es afuera? No lo se, nadie aquí lo sabe realmente. Lo que es seguro, es que en unas horas comienza el turno del nuevo vigilante. Este ha podido sobrevivir algunas noches más que el resto. Se ha venido preparado, lo ha tenido todo controlado. Se le ve asustado, pero a pesar de todo se las ha arreglado para amarrarse el alma al cuerpo.

        Freddy llama a mi puerta, o quizá ha sido Chica, últimamente se esta empeñando en quedarse pegada a mi. Es obvio que le gusto a babear.

        ¡Repugnante! Tan sucia, tan desquiciada, tan insistente.

        Da igual, he lidiado con esto, chicas que lo perderían todo conmigo, por mi. ¡Son basura! Una sonrisa y ya piensan que me quedare a sus lados toda la vida. Bueno, vamos, que estaremos aquí juntos para siempre nos gustemos o no, pero no me apetecían en lo más mínimo.

          Definitivamente, no eran nada comparadas con él, con Marionette, tan rudo, tan temible, con su cara de porcelana y sus ojos sombríos. ¿Cuándo comenzó a gustarme? Simple, cuando tuve mi décimo fracaso jugando, me di cuenta de que me miraba atento, sin embargo, desvió la mirada con desprecio en cuanto vio mi inutilidad en este tonto juego.

         ¿Cómo podía no amarme?, ¿Cómo podía no gustarle? Yo, el deiforme Bonnie, el que a los dioses se asemeja. ¿Cómo podía despreciarme? Entonces, me encontré buscando formas y maneras de llamar su atención, pero ya no me miraba, cuando llegaba mi turno de jugar, él se desconectaba. ¿Tan malo era?

          Ok, sí, reconozco que no tengo ninguna habilidad matando o siquiera asustando un poquitin. No obstante, al menos podía seguir viéndome, como el resto, apreciando mi inigualable figura, mi sobrecogedora soltura y mi, imposible de ignorar, cara de chico malo.

-Es tan tierno- suspiró la zorrita al verme pasar.

-Lo harás bien hoy, todos cometemos errores.- me alentó Gold Fredd. Él también me amaba. Lo veía claramente en su postura al estar junto a mi.

-No le creas- intervino Foxy- Nadie ha fracaso jamás tanto como tú. Si mi memoria no me falla, nunca has siquiera sorprendido un poco a los vigilantes. Lo máximo que consigues siempre es un sonrojo y una sonrisa boba. ¡Bah! No sirves, te han hecho mal, conejito saltarín. La ternura es tu único don.

        Me encogí tratando sin remedio de esconderme entre mis hombros hundidos. Siempre era lo mismo. Dicen que el zorro es enemigo del conejo, bien, tienen razón, este Foxy no paraba de bajarme los ánimos antes de que al menos comenzara a infundirmelos. Pero sabía que, en secreto, también me amaba. Ésta, sin temor a equivocarme, tampoco sería mi noche. Otra vez un fracaso, otra vez un rechazo.

        Marionette ya estaba posicionado en su lugar de juego. Lo observé un rato antes de ir yo también a mi espacio. Debía lograrlo. Iba a hacerlo. Tenía un plan.

         Las luces en la cabina se encendieron y ¡Pi-Pi-Pi-Pi! Comenzó el juego.

        El vigilante, como de costumbre, se relajó en su asiento y comenzó a pasar de cámara en cámara. Bien, todo estaba en orden, cada cosa en su lugar, cada animatronico donde debe estar. Era regla del juego. Debíamos hacerlo esperar, que se confiara, que bajara la guardia para poder atacar.

         Cabe destacar que ya esto no nos funcionaba con él. Sabía con exactitud de lo que eramos capaces y por eso, se afanaba en tenerlo todo bajo control. Baterías a la mano, luces encendidas, armas de seguridad que no le servirían de mucho... En fin, ¿Para qué esperar si sabía lo que iba a pasar?

My Sweetie BunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora