Isabel

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El día que nació Isabel, María, su madre, respiró más aliviada, puesto que ya no debería soportar los tres kilos y ochocientos gramos en su vientre, piernas, pies, manos y espalda. Al mismo tiempo, sintió un liquído tibio y amargo subir desde su pecho hasta la boca, lo cual le provocó naúseas. La enfermera, una mujer pálida, de ojos tristes y cuerpo en forma de pirámide, le acercó un balde para que pudiera vomitar y vacíar la pena, esa que invade a las madres maduras al asumir, que ya han llegado al final de su etapa fértil y fructífera.
Desde ese día, prometió cuidarla, vigilarla, seguir su sombra y sus sueños, aprisionarla para siempre junto a ella. Se juró a sí misma que el único amor que Isabel conocería, sería el de su madre, y que la única tarea que debería cumplir, era la de acompañarla hasta el final de sus días. María, jamás sospechó que esa promesa arrastraría una serie de eventos que marcarían para siempre la infancia, adolescencia y finalmente la etapa adulta de Isabel.

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2017 ⏰

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