Uno

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Acércate un poco más
más cerca del dolor
las cenizas y el deseo
están ardiendo en mis venas
y todavía sigo con vida.


Era muy temprano en la mañana, los pasillos de la escuela empezaban a llenarse con los estudiantes que iban y venían, buscando sus respectivas clases. Cada quien sumergido en sus propias circunstancias, sobreviviendo a los días a su modo y, dentro de eso, todo era válido.

Finn Wolfhard era uno de ellos, un chico bastante atractivo que se había vuelto muy popular en la escuela en los últimos tiempos. Chicos y chicas morían por estar con él y ¿él?, bueno, él no se oponía en lo absoluto. Así que cada cierto tiempo podía ser visto con alguien diferente, aunque la mayoría de personas que pasaban por su vida no valían mucho la pena. Pero él simplemente los tomaba de la mano por unos días, les daba algunos besos apasionados en el alguna parte del colegio y luego cambiaba de rumbo. No tenía en mente quedarse con nadie en particular, ni siquiera hablaba mucho con los chicos con los que se involucraba, tampoco le interesaba hacerlo.

Entonces en eso estaba minutos antes de que se escuchara el sonido del timbre resonando en los pasillos. Un muchacho rubio lo tenía acorralado contra las puertas de los casilleros, restregando sus labios suciamente, mientras se pegaba cada vez más a su cuerpo, si es que eso era posible. Finn no prestaba mucha atención, estaba observando a sus demás compañeros pasar frente a él, tratando de encontrar una cara conocida que le sirva de pretexto para escapar de ahí.

No pudo evitar darse cuenta de que un chico rizado lo miraba desde lejos, sin disimular su expresión de sorpresa frente a la inusual escena. Sus ojos se conectaron y Finn esbozó una sonrisa en medio del beso, moviendo más sus labios para incitar al menor. Este se ruborizó notablemente debido al gesto y desvió la mirada de inmediato. Sacó los libros de su casillero y se perdió a toda prisa entre la masa de estudiantes.

Era la primera vez que lo veía; cabello castaño, grandes ojos marrones, nariz perfilada y sí, hermosos labios que había deseado estar mordiendo en ese instante. ¿Estaba fuera del lugar pensar en eso mientras besaba a otro? En realidad no, Finn podía ser bastante descarado la mayor parte del tiempo.

Finalmente pudo separarse de la persona que casi lo había asfixiado y fue directo a su salón, porque no tenía otro lugar a donde ir. Su madre lo obligaba todas las mañanas a asistir a clases y no tenía más opciones que obedecer. Por esa razón, trataba de saltarse todas las reglas que se cruzaban en su camino. No había nacido para encajar en las filas como todos los demás, él era el que siempre sobresalía.

Entró sin muchas ganas y se dejó caer en el asiento más alejado de la pizarra, lo último que quería era ser atacado por las preguntas poco interesantes que hacía el profesor de Matemáticas. Empezó a escribir algunas líneas en su cuaderno; le gustaba mucho la música, por eso intentaba componer canciones para escapar del tedio que suponía su vida de estudiante de secundaria. Era su plan momentáneo para enfrentar la vida, además de salir con diferentes personas cada mes. Cada quién tenía el suyo, no podían culparlo por eso.

La voz del profesor se hizo escuchar en medio del bullicio y Finn iba a empezar a adormecerse como de costumbre, pero algo de lo que decía llamó su atención.

- Bien, vamos a saludar al nuevo estudiante... Puedes presentarte para que tus compañeros te conozcan - dijo amablemente, dirigiéndose al joven que estaba parado a su lado.

- Me llamo Jack Dylan Grazer - su voz aguda sonaba bastante risueña y una hermosa sonrisa se dibujaba en su rostro. Muchos lo miraron con simpatía, excepto Finn, él lo reconoció al instante y se mordió el labio inferior. Él lo miraba con deseo, porque ese rizado lo había provocado cuando se estaba besando con... Nope, no recordaba su nombre.

Stay in my Heart ~ Fack ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora