Capitulo Único

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Yuuri miro detenidamente la carta que sostenía en sus manos mientras mostraba una mueca de recelo, en ningún momento desde que se convirtió en el Maou recibió algo parecido, así pues, con curiosidad escrita en el rostro la desdoblo cuidadosamente.

Corrió incesante entre los pasillos, su mirada azul se perdió entre las tinieblas de cada oscura esquina de piedra. El palpitar rápido de su corazón le hacía sentir que "ESO" que lo perseguía podía acucharlo, olerlo.

De vez en vez giraba el rostro buscando con desesperación reconocer la figura de su atacante sin lograrlo, hasta que por fin salió a los jardines.

La luna llena en todo su esplendor se mostraba altiva iluminado con su plateada luz el amplio espacio. Escudriño en torno suyo suspirando aliviado, al parecer aquello que lo acechaba se había ido.

Un grito desgarro el silencio que pretendía ser perpetuo en esa noche. La mancha roja se extendió tiñendo el césped de carmín, ídem a sus cabellos azules como el agua que se mancharon mientras el hermoso rostro era cercenado poco a poco entre gemidos lastimeros que suplicaban compasión.

Corte tras corte, el atracador pensaba en que sin duda tal belleza merecía ser perpetuada, pero a su manera, con su sello indiscutible, una firma de sangre...

El castillo del Pacto de Sangre se convertirá en su escenario, en su campo de caza al menos hasta no encontrar aquella gallarda beatitud que se le arrebato, aquello por lo que buscaba venganza...

La cuenta comienza a partir de ahora, en cinco días vería terminada una obra maestra.

Yuuri dejó caer las manos a los costados, estaba aterrado debido a la carta. Sus manos temblaban y todo él parecía haber quedado petrificado en su lugar. El relato se situaba en el castillo, ese mismo que era su hogar. Ese que albergaba a personas importantes para él.

―Majestad ―su consejero entro al despacho con su habitual sonrisa. ―Las cabezas de las diez familias nobles lo esperan en... ¿majestad se encuentra bien? ―El pelila se acercó para ver aquello que minaba la tranquilidad del Maou.

―Estoy bien Gunter ―bajo el papel sin darle tiempo al hombre de verla ―me deben estar esperando

―Así es... ―afirmo el maestro guardándose de hondar más en el asunto.

La puerta del despacho se abrió de improvisto revelando la agraciada del rubio príncipe Mazoku.

―Yuuri antes de que entres a... ―Wolfram paro en seco al ver al consejero, quien le dedico una mirada de recelo.

Yuuri por su parte observo de arriba abajo al ojiverde, como siempre llevaba puesto su uniforme azul que acentuaba con doliente, solo para el Maou que debía tragarse sus celos que no eran celos, énfasis cada curva de su cuerpo agraciado. Porque a pesar de querer ignorarlo el japonés siempre terminaba pensando que ese joven era la belleza hecha humano, buen demonio.

―Me decías Wolf ―concedió el rey al verlo algo cohibido ante la presencia del tercero.

―Nada luego hablamos ―dio media vuelta y salió tan rápido como había entrado.

―No le haga caso majestad, lo esperan ―menosprecio Gunter.

A Yuuri no le gustaba de dejar así al rubio aunque tampoco tenía tiempo en este momento para salir corriendo tras él, con un suspiro se consoló al pensar que conversaría con él por la noche y de paso le pediría su opinión con respecto a extraña carta.

Sangre en Pacto de SangreWhere stories live. Discover now