27 de Septiembre, 2017
Un año, cuatro días después
El sonido repetitivo resulta molesto, pero no le provoca sorpresa alguna. Ha estado despierto ya por una hora, quizá más, rogando a los cielos proveerle de algo de descanso antes de que el infernal aparato despertase y empezara con su latoso "beep, beep". Anhelando siempre una noche en la que pudiese cerrar los ojos y mirar la profunda oscuridad; enfrentarse finalmente al vacío del que todos hablan...
Pero él no es como todos.
No es inusual, pero hasta ahora le resulta cansada aquella rutina.
Se sienta sobre la cama, apoyándose sobre los antebrazos y la habitación gira. El cuerpo a su lado permanece inmóvil, dando señales de vida solamente con el compás de su respiración, su pecho subiendo y bajando mientras disfruta el no soñar; eso puede asegurar Kibum. La compañía de sus mascotas no llega al igual que cada mañana, pero no se encuentra solitario; la sombra de una resaca programada es suficiente distracción.
Ha bebido mucho desde aquel día.
La poca familiaridad que la habitación provoca en él le recuerda que es domingo, el único día que no suele pasar en su propio hogar. Las paredes color crema y el desorden sobre los cajones le resultan conocidos, pero no se encuentra menos incómodo a su alrededor en comparación a la primera vez que estuvo ahí. Prefiere totalmente la seguridad de su propio lugar.
Se pasa una mano por el rostro, ahuyentado así el fantasma del espejismo que intenta arrastrarlo constantemente a los brazos del dócil Morfeo, siempre en una eterna batalla entre el "Quiero" y "No puedo" dormir.
Mueve un poco al hombre que descansa junto a él, el cual responde simplemente con un quejido.
Quizá lo verá la próxima semana. Quizá no.
—Me voy, Jinki. —Musita en una voz un poco más alta de la que planeaba usar.
Probablemente Jonghyun regresase a la ciudad para eso.
Deja que las calurosas sábanas se deslicen lejos de su tersa piel blanca al levantarse, una gélida ventisca encontrándose con su cuerpo. Recoge las prendas de la noche anterior en varias partes del lugar; algunas en la habitación, otras en la sala, un zapato en la entrada y otro en el pasillo. Procura una presentación decente si ansía salir de aquel lugar con la dignidad intacta.
El paisaje que le saluda al despedirse del recinto es ofuscado por los lentes de sol que se ha obligado a llevar con él; se los devolverá a Jinki en dos semanas, si tiene suerte. El cielo de mediodía amenaza con quemarle la piel al momento de salir de las sombras, pero no es como si tuviese otra opción. Sus extremidades gritan, apenas si puede caminar por más de una razón; reclaman el maltrato al que su dueño les ha sometido con todo placer.
La pintura blanca de un vehículo prestado resplandece impecable, refleja la luz y dañaría su vista si no fuera por el material tintado que la protege. Apenas entra en él lo siente, y quiere alejarse de ello; la esencia de Jonghyun está siempre presente en aquel Lamborghini y no es algo de lo que quiera o se pueda deshacer.
Traga en seco. No puede evitar sentirse un poco culpable, y no por las razones correctas.
No es por Jinki, no es por Jonghyun siquiera.
Es por él.
Últimamente lo ha estado viendo en todas partes.
En los grandes televisores que residen en las más transitadas avenidas, un comercial de su nuevo disco tiende a pasar. Podría evitar esa calle de bastantes maneras, pero algo de masoquismo en su ser lo obliga a no hacerlo, dando siempre una excusa diferente. Podría estar hablando con Jonghyun o con Jinki, sería lo mismo; notaría siempre su rostro en los posters de los locales, en las televisiones de los restaurantes.
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La Última Noche ↪ Taekey
FanfictionKibum está maldito. Kim Kibum es un hombre sencillo, con pesadillas normales que le asfixian en las mañanas y le crean dolencia en el alma por alguna extraña razón. La melancolía creada por vívidas escenas de las que no posee memoria alguna le pesa...