Amor De Clones

4-Parte

No dejaba de pensar en él, ¿Qué cresta me pasaba?

Fue increíble, con solo una mirada bastó para conocerme a mí mismo.

Planeé la forma de llegar a metro los Héroes sin que quedara la embarrada, fue así como me puse una peluca larga, unos lentes oscuros y la ropa más hippie que pude encontrar, y me marché.

Cuando llegué allí, algunas personas se preguntaban ¿Es o no es? Pero yo escapaba hacia algún lado de la estación y evitaba las interrogantes.

Esperé y esperé a Eusebio y no lo veía. Pero algo mágico sucedió...
... Vi a un tipo vestido de blanco, con una peluca rubia y una maleta, y se sentó al frente a mí.

Nos miramos bastante rato, yo en el fondo sabía que era él, pero no me atrevía a hablarle, así fue como él se paró y se me acercó.

- ¿Salomón?
- ¿Eusebio?

Era él, definitivamente.

- ¿Qué haces vestido así? - consulté.
- Lo mismo te preguntaría yo.
- Es que ando disfrazado pa que la gente no se agarre a coscachos
- ¡Dale! ¡Yo también!
- ¿Y tú que haces? ¿ A qué te dedicas? - le pregunté con voz baja
- ¿Qué cosa? No te escucho.
- Acércate para hablarte, que si hablo fuerte me van a descubrir, mi voz la cachan todos - le dije.

Se sentó a mi lado y platicamos mucho mejor.

- Ya... ahora si podemos hablar - le dije.
- Si... ahora sí.
- Oye... lo que te preguntaba ¿Qué haces? ¿A qué te dedicas? - Interrogué nuevamente.
- Soy estudiante de medicina.
- Que buena ¿Y te va bien?
- No, como las hueas. Mi mamá me obligó a estudiar esa carrera.
- Igual que la mía.
- ¿También estudias medicina? - me preguntó.
- No, es que me obligó a estudiar en la escuela de sub oficiales porque quería que fuera como Pinochet.
- Igual que yo po, ella quería que fuera doctor, como Allende, pero a mí no me interesa.

Nos caímos bien desde el inicio, había demasiado comprensión entre nosotros, nuestras vidas eran caladas, salvo en nuestros gustos.

- Me gustaría algún día tranquilo ir a la linea 2 - le dije.
- Y a mí me gustaría ir algún día tranquilo a los Dominicos - me contestó.
- ¿Y pa qué? Si la vida allá es pura superficialidad - le respondí.
- Un poco de superficialidad a mi vida ¡Por favor! No sabes cuánto me gustaría vivir en uno de esos departamentos del Golf o de Manquehue. Bañándome en una piscina, con el calor que hace, uta que sería la raja.
- ¿Y por qué no vas?
- Porque me miran feo las viejas de allá arriba. Al revés tuyo po. Así como a ti no te quieren pa mi lado, a mi no me quieren en el tuyo.

Ese mismo día sentimos que había química entre nosotros.

Nos pusimos de acuerdo que a las 3 de la tarde, todos los días nos juntáramos en el cambio de andén. Yo le llevé ropa exclusiva que se encontraba en el mall las Condes de regalo, y él me trajo un ceviche del mercado central.

Hablábamos todos los días de cualquier cosa, tirábamos la talla. Nos habíamos conformado en nunca cruzar nuestras fronteras y quedarnos ahí, en la combinación principal, justo al medio de Santiago.

Pero un día, pasó lo que tenía que pasar... nos descubrieron.