💧Única parte.💧

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Odio la playa, pero me quedo en California con los pies en la arena.

—¿Te sientes bien aquí? —Dijo con la voz temblorosa por el frío que estaba haciendo en la ciudad.

       — Sí, pero me gustaría algo más cálido... como el mar. —Sonrió mostrando sus blancos dientes, tan blancos como aquella nieve que se veía en los árboles e inmensos edificios, tan blancos como una habitación iluminada.

       — California. —Miró el cielo viendo el sol por detrás de las nubes. —Vayamos a California. —Giró sus ojos para ver al chico del sombrero de paja con su inusual sonrisa, y sus ojos destellaron un brillo especial.

       — Pero odias la playa.— Dijo asombrado mientras se encogía en su propio abrigo, evitando sentir el aire rozar con su cuello. 

El mayor dirigió la vista al frente, a una cafetería donde podías acaricias y alimentar gatitos.

— La arena es agradable.— Sin más que decir se dirigió a aquel lugar con sus facciones serias, no dándole tanta importancia a la alegría que sentía al hacer feliz a Luffy. — Vamos, te invito un café.

       — Mmph. — Caminó a paso lento, detrás de aquel chico tan alto. — Gracias, Zoro. — Tomó su brazo con cariño, como una pareja, como una de esas que llevan años de conocerse, y aunque no lo fueran a Zoro no le molestaba del todo.

●●●

Porque hace mucho frío para ti, aquí, así que déjame sostener tus manos en los agujeros de mi suéter.

— Tenemos mala suerte. — Dijo el menor haciendo un pequeño puchero cerca de la ventana.
       — No lo creo, traje un suéter. — Mostró aquella prenda y la extendió hacia el pequeño que la miró con cariño porque era de Zoro. Se despegó de la ventana y la tomó, sonrió como agradecimiento mientras olía aquella prenda. El aire era fresco y afuera estaba nublado. — Además, estamos en la playa, ¿no te es suficiente?
       — Para mí no. — Suspiró para después ponerse el suéter blanco con un estampado gris que decía, "Al mal tiempo, un buen mensaje", a Luffy siempre le gustó aquel suéter. — ¿Por qué lo trajiste si en la playa hace calor?
       — No lo sé. — En aquella pequeña casa de playa gobernó el silencio y unas velas alumbraban el lugar donde estaban, admirando el exterior con una manta que los cubría con simpleza.
       — ¿Te sientes bien aquí? —Dijo al ver su silencio y su mirada perdida entre la palmera y el aire.
       — Sí, aunque prefiero algo más cálido... como mi hogar. — Los dos sonrieron y se quedaron callados mientras el constante golpeteo de las gotas de lluvia que hacían su presencia en la casa, inundaban las ventanas.

Zoro temblaba de frío, aquella corta ropa y la ligera manta no le ayudaban y no le cubría mucho, pero aun con todo eso no dijo una sola palabra.
— ¿Por qué me preguntas eso cada de que salimos a un lugar? — Se pegó un poco más a ese cuerpo helado, tomó su mano, la más cercana y la puso dentro de la pequeña bolsa que se encontraba adelante de la prenda, el suéter era grande por lo que cabían perfectamente las dos manos.
       —Me preocupas. — Miró a Luffy que tenía la mirada triste, triste como aquellas veces que se quedaba en silencio a pensar millones de cosas misteriosas para el peli verde, sí, hasta Luffy podía tener esa negatividad, hasta él era misterioso.
       — Si es por lo de... Ace, estoy bien, si estoy contigo me siento mucho mejor. — Aquellas palabras ya las había escuchado 113 veces de parte de Luffy y aun con eso se sentía igual que la primera vez, se sentía demasiado bien.
       —Eso es bueno...
       — Zoro... ¿Qué piensas del amor?
       —Nada realmente.
       —No acepto eso como respuesta.
       —Bueno... Ahora pienso que es una pérdida de tiempo. —El menor cambió su expresión a una preocupada, una donde aquella idea no iba con la suya.— Pero si estás con la persona correcta, valdría la pena intentarlo.— Y su sonrisa volvió como aquella pequeña llama de fuego que se prendía en una vela de cera, y eso lo hizo sentir afortunado.
       — Sí. — Se apegó sólo un poco más.
       —Luffy... ¿Tú me quieres? — Aquel sonrojo iluminaba su cara y lo hacía más caliente. Luffy estaba avergonzado y amaba eso.
       — Demasiado. — Sintió como la mano de Zoro salió del suéter y un pequeño empujón lo tiró al piso de madera que se encontraba frío, casi tan frío como aquellas manos heladas que lo aprisionaban. — Zo... ro. — Sus ojos se encontraron y por primera vez en mucho tiempo pudo ver su iris gris, aquel ojo que había perdido hace mucho, y aunque ya haya visto cientos de veces aquella iris miel, le era de igual manera hermosa, amaba esa iris porque era muy clara casi podía ver su alma. Aquel chico mencionado no dijo nada, sólo se detuvo a ver el rostro alargado del menor, pasó la yema de sus dedos por aquel rostro fino, blanco y suave, delineándolo con dulzura y aunque sentía frío no quería separarse de aquel pequeño cuerpo por debajo de él.

Sweater Weather ⛅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora