Ya hacían dos semana desde mi traslado a la FNAFHS, y de alguna manera u otra había alcanzado sobrevivir entre un sin fin de raritos. Solo. Sin BonBon, que era mi tabla de salvación. Ella estaba casi todo el día pegada a Fred, con quien salía desde hace ya un tiempo. Era prácticamente imposible que estuviéramos juntos y la verdad es que yo no tenía muchos ánimos, ni valor suficiente, como para hacer nuevos amigos. Me había venido confiando en que ella estaría conmigo en cada momento... Pero ya ven, las cosas no salen tan perfectas como uno planea.
Sucedió hace un par de días. Iba caminando por el pasillo de los salones de ensayo, buscando a BonBon claro, me había decidido a decirle cómo me sentía, a pesar de que ella tuviera a Fred, necesitaba decirle, ya me había preparado psicológicamente para esto e iba a hacerlo. No obstante, cuando pasaba por frente a una de las salas, escuché el perfecto sonido de un triángulo. Me detuve, y escuché nuevamente. ¡Plin! Retumbó en la sala. El sonido me llenó el alma y es que siempre he estado enamorado de la música y, aunque suene estúpido, ese era el mas puro y afinado sonido de triángulo que alguna vez haya escuchado.
Me asome por la puerta y estaba allí, solo, cabizbajo y encorvado sobre una mesa. Cantaba bajito una melodía que no conseguí reconocer y tocaba el triángulo para acompañarse. Era triste y a la vez sobrecogedor. Como si estuviera intentando consolarse a si mismo de un desamor. Quise acercarme más para escuchar lo que cantaba pero, como es bien típico en mi, tropecé y terminé pegando la frente de la mesa donde él estaba sentado.
¡Shimatta! Lo había estropeado. ¿Cómo saldría de esto ahora?
-Ehh...- Levante la cabeza para disculparme pero me paralice al verlo parado justo por encima de mi.
Tenía las piernas abiertas y los brazos en jarras. Eso por no mencionar el aura maligna que se elevaba por sobre sus hombros, aunado a unos ojos que brillaban amarillos, el ceño fruncido a más no poder y una sonrisa casi sádica que emanaba de sus labios.
-¿Eeehh?- pronunció inclinándose- ¿Estabas espiandome pequeña sabandija?- levantó una ceja y su semblante era por poco el más aterrador que jamás había visto.
-¡No! Bueno sí, pero no quería...- estaba apunto de orinar mis pantalones cuando de pronto aquel chico de cabello como el fuego comenzó a desternillarse de risa.
-¡Tendrías que ver tu cara! ¡Joder!- sujetaba su estómago y estaba, literalmente, partido a la mitad- "No, bueno sí..."- me imitó con una voz extraña.- Venga chico, ponte en pie que no te voy a comer.- tendió una mano para ayudarme y la acepté aun dudoso.- Pero en serio- se trepó en la mesa y cruzo una pierna sobre otra- ¿Me escuchaste?
Ahora estaba sonrojado y yo no podía más que estar completamente confundido por la actitud de este chico raro. Jugué con mis manos y me tambalee sobre mis pies nervioso. ¿Debía decir que sí, o que no? ¿Lo había escuchado? En teoría, sí... Pero no había entendido lo que cantaba así que eso podría ser un no...
-Eto... Yo solo pasaba por aquí y me llamó la atención el sonido del triángulo.- expliqué, señalando con la cabeza el pequeño instrumento que había quedado abandonado en otra mesa.
-Ya veo.- se halaba la barbilla pensativo, como si hubiese dicho algo que requiriese un gran análisis.- Bueno, pues tengo un don- dijo tomándolo y haciéndolo sonar.- Ahora...- una sonrisa macabra surgió en su rostro- ¿Qué tal si me invitas un pudin de perdón?
-¿U-un... Pudin de p-perdón?
-Claro, claro- dio un salto y me pasó un brazo por los hombros- Eso hacen los amigos cotillas, compran un pudin de reconciliación. Vamos, vamos.
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OISHI
FanfictionUna locura, esa era la única descripción para lo que ahora estaba sintiendo el tierno Loon en su interior. Un centenar de globos estallaban en su estómago y no podía siquiera creerlo. "¿En serio? ¿Este sentimiento es verdadero?"