I: El pájaro en su jaula

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Ataraxia

Del gr. ἀταραξία ataraxía, Imperturbabilidad, serenidad

La noche era tan oscura que apenas podía verse la ciudad si no era por la cantidad de luces y carteles de neón que esta tenía. No hacía demasiado frío pero si el suficiente como para que llevase la sudadera gris que me regaló mi madre hace unos años, la he usado tanto desde entonces que ahora está más desgastada que los neumáticos de un coche, pero me abrigaba y era lo que importaba.

Poco a poco empezaban a caer las gotas de agua. Me encanta aquel sonido. Pero no era un buen momento, los estudios me estaban matando y la situación en mi casa no podía ser peor. Lo único que me animaba en volver a casa era la idea de poder abrazar a mi hermana pequeña, Alice. 

Nuestro padre solía aparecer casi cada noche borracho y no es algo que me gustaba que la pequeña de la familia viese así que para evitar que le hiciese algo a ella siempre acaba recibiendo yo algún que otro golpe.

Entonces pude escuchar un sonido desconcertante que venía de uno de los callejones. No pude evitar correr hacia allí. 

Lo que debía ser agua no eran más charcos de sangres por todo el callejón y allí se encontraban dos personas, casi moribundas. Era obvio que se habían estado enfrentando.

Chico, toma el arma y acaba con él—decía el hombre que aparentaba ser más mayor, y para sangrar iba bastante bien vestido

Bajé mi mirada hacia abajo y pude ver como un revólver se encontraba entre mis pies. No sabré nunca por qué pero no pude evitar tomarlo. Apunté hacia el chico más joven el cual no había articulado otro sonido que los quejidos por el dolor que sentía.

¿Sabes? No creo que quieras hacer eso—Tenía razón, no podía estar seguro. Después de todo apretar el gatillo era algo bastante mayor a mí.

Estoy seguro de que ambos habían notado que me temblaba el pulso mientras intentaba sostener el arma con mi mano. 

¿Cómo podría estar seguro de que uno de ellos se lo merecía? ¿O como podría estar seguro de que quien dejo vivir se lo merece? Después de todo nadie debería decidir quien muere o vive, pero hoy me tocaba a mí. 

Verás tío—intervino el chico joven mientras sacaba de su chaqueta una petaca, yo nervioso reaccioné apuntándole con el arma—calma, que solo le voy a dar un trago.

Destapó la petaca y empezó a beber con las pocas fuerzas que le quedaban. El otro sujeto miraba casi atemorizado la escena que se presentaba, no sabría decir si él estaba más nervioso que yo.

—  Mi padre decía, "El que no da un oficio a su hijo, le enseña a ser ladrón"—tosió—y  él nunca estuvo para darme un oficio, tampoco para darme cariño así que aquí estoy.  Yo puedo jugártela pero aún así te deberé una. 

Es cierto que habló más que el otro hombre que también se encontraba excesivamente herido pero no sabría si fiarme de toda aquella verborrea. Todo se alteró en un segundo. Sentí el dolor de mi piernas atravesada por un cuchillo o algo similar así que caí apoyandome contra el suelo.

Pero antes de que el sujeto más callado consiguiese matarme con el cuchillo sobre mi disparé el arma. Le alcanzó el hombro por lo que apenas pude hacer que se retorciese más de dolor mientras saltaba sobre mí.

Otra cuchillada me atraviesa y esta vez por el estómago, realmente duele. Pero casi por instinto aprieto el gatillo en dirección a su cabeza.

Se hizo el silencio mientras la bala atravesaba su cráneo.

Caigo en un baño de sangre y lo último que puedo ver es la sonrisa de aquel chico. No sé por qué pero me reconforta.



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⏰ Last updated: Oct 30, 2017 ⏰

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