-¡Eso es, huye como siempre haces!
Su voz taladraba mi cabeza mientras mis ojos trataban de enfocar la maleta que yacía ante mí a través de las lágrimas. Recoge tus cosas y vete, me repetía una y otra vez intentando bloquear de nuevo aquellas palabras. ¿Por qué diablos no lo has hecho antes?, me reprochaba a mí misma.
Oí pisadas detrás de mí e intenté ignorarlas hasta que una mano se posó sobre mi codo y tiró de él hasta que la persona me tuvo completamente cara a cara. Su rostro estaba surcado de lágrimas, al igual que el mío, pero ya no había nada en este mundo que me hiciera creérmelo. Solté un resoplido y me zafé tan bruscamente de su agarre que hasta yo misma sentí dolor.
-Zoe… déjalo ya –suplicó, ahora desesperado. –Hablémoslo antes, por favor. Después podrás decidir lo que quieras y t…-
Solté el neceser que acababa de coger del baño y me encaré a él por lo que seguramente sería la última vez.
-¿Que lo hablemos? ¿Cuántas veces más tendré que decírtelo, Harry? ¡Se acabó! Sé que ya lo has oído cientos de veces pero te juro por lo que más quiero que esta vez es de verdad.
Cerré la maleta rápidamente y la bajé de la cama sin ningún esfuerzo. Ya me pasaría otro día a recoger lo que me faltaba. Miré su rostro una vez más y lo cacé justo en el momento en que se retiraba las lágrimas que quedaban en sus mejillas. Algo en mi interior se retorció e intenté por todos los medio no acercarme a él y borrar la expresión de dolor en su rostro a base de besos. Pero sus facciones se endurecieron en cuestión de segundos y su figura se irguió en toda su totalidad.
-Vale, te doy dos horas. Eso es lo que tardarás en volver, ya verás –dijo con una sonrisilla irritante. Y si en algún momento sentí pena por él, ahora sabía por qué no debía hacerlo. Hacía bien en pensar que no podría volver a creerle nunca más.
En menos de treinta segundos ya estaba lejos de la casa y, más importante aún, lejos de él. ¿Cómo era posible que me hubiese dado cuenta tan tarde? Y cómo era posible que ni siquiera yo misma fuera capaz de creerme que esta era una decisión definitiva y que acabaría superándolo de una vez por todas. Quizás lo haría si esta fuera la primera vez que me iba de casa, pero tristemente no era así. En los siete años que llevábamos juntos, habíamos podido romper unas cincuenta veces. Y no, no estoy bromeando. Ambos sabíamos que nuestra relación era enfermiza y que no acabaría hasta que alguno saliera realmente destrozado y sin ganas de vivir. Pero la atracción y el amor eran mucho más fuertes que eso, llegando a veces a odiarme por ello. ¿Cómo se puede seguir queriendo a una persona que te humilla y te trata como la mierda cuando le da la gana? Quizá porque las partes buenas acaban eclipsando a las malas. Quería a Harry y eso era todo lo que me hacía permanecer a su lado. Pero ya no, esta vez había tomado una decisión y la iba a mantener.
La parada del bus estaba de lo más solitaria, al igual que yo. Saqué el móvil y marqué uno de los dos números que solo me sabía de memoria.
-¿Diga? –la voz de mi mejor amiga se hizo eco a través del auricular.
-Tanya, me he ido de casa –contesté monótonamente.
La única respuesta que recibí fue una tosca risotada. Rodé los ojos y empecé a dar golpes en el suelo impacientemente. Ahora llegaría la típica charlita de siempre, no había otra.
-Qué quieres que te diga, Zoe, no me lo creo. Lo has hecho ya tantas veces que…no sé ¿estás segura? –preguntó sin una pizca de empatía por mí. Aunque tampoco la culpaba a estas alturas.
-Segurísima, Tan. Se acabó, no puedo seguir con él y menos aún seguir fingiendo –intenté convencer a mi amiga con mis palabras. Lo que no sabía era que también trataba de convencerme a mí misma.
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Gravity (Harry Styles One Shoot)
Short StoryEl amor es lo más grande que existe en la tierra. O eso al menos es lo que pensaba Zoe desde que conoció a Harry. Para ambos, nunca había existido nadie más aparte de ellos, pero cuando se llega a tal punto en el que el control se convierte en el pr...