1.- El hijo menor

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—Ten cuidado con tu vaso —había hablado la madre de dos niños, ésta vez, refiriéndose al menor, ya que, suele ser muy torpe. Colocó el vaso del pequeño en la mesa donde estaban sentados los dos.

Sam agarró el vaso que contenía jugo de naranja con cuidado después de las palabras de su madre, empezó a beber y gracias a su sabor, no despegó los labios del vaso.

—¡No te lo tomes todo de una! —lo regañó la mamá.

Sam dejó de beber mientras su hermano lo miraba con una sonrisa malévola. Comió su pan tostado con queso rápidamente para poder tomarse su jugo. Su hermano, Harry, comía con calma; era el mayor, también el más inteligente y calmado.

Cuando Sam iba a agarrar el vaso, se distrajo gracias a unos ladridos, esos ladridos hicieron que derramara todo el jugo en la mesa y creando así, la molestia de su madre.

—¡Te dije que tuvieras cuidado! —gritó mientras agarraba un trapo para tirarlo encima del jugo derramado y pasarlo por la mesa con lentitud.

—Perdón... —fue lo único que dijo el pequeño despistado, y sin embargo, no lograron escucharlo.

Se levantó de la silla y caminó hacia la sala, se sentó en el sofá y encendió la televisión, colocando comiquitas. Esperaba a que su madre terminara de lavar los platos sucios para poder llevarlos a su escuela. Harry, al terminar agarró los dos platos y los colocó al lado del lavaplatos e hizo lo mismo con los vasos.

—Gracias, mi amor —mimó su madre al mayor con sonrisa en cara.

Harry se sentó al lado de Sam, viendo juntos la televisión. No se hablaban mucho, ya que Sam odiaba a su hermano por dos razones: Ser más inteligente que él y el más mimado.

—Vayan agarrando sus bolsos y apaguen el televisor —ordenó la mamá.

Sam hizo caso y se levantó agarrando su bolso que estaba a su lado, tiró el control del televisor al sofá y caminó para salir de su casa.

—¿No les dije que apagaran el televisor? —la mamá paró en medio de la sala, observando el televisor.

Harry agarró el control y lo apagó levantándose con su bolso.

Al salir de su casa, Sam abrió la puerta de copiloto del auto, pero Harry corrió para apartarlo. Los dos niños entraron en conflicto mientras cada uno sujetaba la puerta de copiloto para entrar de primero.

—¡Quiero ir delante! —gritó Sam

—¡Eres pequeño para ir delante! —gritó también su hermano mayor.

—¡Ninguno de los dos irá delante! —la mamá enfurecida separó a sus hijos y con su mirada hizo que bajaran sus cabezas— ¡Los dos atrás, ahora!

Entraron al auto sin decir nada, cada uno viendo el asiento de copiloto como si fuera el asiento de una nave espacial. No sé movieron de sus asientos ni para acomodarse, estaban molestos; tanto que no querían ni verse.

Al llegar a la escuela, la mamá se despidió de Harry con un beso en frente, pero de Sam, no. Solo le sonrió.

Sam se bajó del auto después de Harry y caminaron hacia sus respectivos salones. Sam se sentía triste, su madre no le daba cariños como a Harry, y pensaba que era por lo del jugo y lo del asiento.

Esperó sentado a que llegara la profesora pero no podía estar tranquilo. Los niños que estaban sentados detrás de él empezaron a lanzarle bolas de papel. Sam miró hacia atrás y los niños solo disimulaban. Lanzaron nuevamente y Sam volteó de manera rápida y observó a los niños reírse. Agarró las bolas de papel y empezó a tirarlas.

Cuentos frustrantes para personas felicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora