"No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida." Apocalipsis 2:10
—¿Emplearás todas tus ganas a llorar por alguien? —preguntó de manera despectiva.
Y si ése era el hecho, Joselyn sabía que su amigo la estaba pasando fatal. Y de alguna manera no quería seguir viéndolo así. Sin embargo, era algo difícil de digerir tanto para ella como para Mathias.
El parque estaba repleto de niños jugando, felices. Padres vigilando, hablando entre sí. Parejas paseando, primera cita, segunda cita, o ya rumbo a coger en un hotel a tan temprana hora. Perros masticando grama, oliéndose entre sí.
Todo era normal, estaban los dos en un banco, sin nada que hacer, en su tiempo libre. Algo llamó la atención de Mathias, y era un sujeto que recibió una llamada y la contestó como si no la esperara, pero aun así, logró desesperar.
Sus ojos fueron cayendo en picada, su postura erguida fue volviéndose curva, y su temple, empezó a temblar, junto con su traje y sus lentes. ¿Una mala noticia? ¿Familiar muerto? Se negaba varias veces, agitando su cabeza hacia los lados. La mano que sostenía su teléfono estaba temblando como una gelatina en terremoto. Lágrimas empezaban a caer y un grito ensordecedor dejó a todo el paraje boquiabierto. Incluyendo a Joselyn y Mathias, que estaban en primera fila. El sujeto corrió tirando su teléfono lejos, lo cual asustó a todos; los padres agarraron a sus hijos preocupados por un loco suelto, los perros empezaron a ladrarle al teléfono que tiró, en plena tarde, en pleno parque.
De repente, un silencio ahogó todo, los perros se callaron, los niños dejaron de jugar, los padres recibieron llamadas, las parejas recibieron llamadas. El viento cesó, las nubes se detuvieron justo en frente del sol. Todo se volvió gris.
Joselyn miró a Mathias asustada. Mathias sin embargo, no sabía dónde tenía su vista puesta. Todos aquellos que recibieron llamada contestaron, sus rostros fueron tornándose oscuros y tristes. Los perros empezaron a chillar y a revolotear, otros ladraban a sus dueños.
Los padres, dejaron a sus hijos solos y corrieron, las parejas se separaron y corrieron lejos como si de un juego de niños se tratase.
Los niños sin entender, corrieron siguiendo a sus padres, pero no pudieron. Lloraron, tumbados en el suelo preguntándose si volverían a verlos.
Joselyn agarró el brazo de Mathias y se levantó. Sabía que algo estaba mal, desde un principio lo supo, y no se iba a quedar a ver una locura que la involucraba a ella y a su amigo. Mathias asintió y la siguió, corrieron como si los hubieran llamado, pero estaban cuerdos.
Estaba asustada, él igual, no sabían lo que habían visto. Quizá algo horrible había ocurrido, pero eso no justificaba que los padres abandonaran a sus hijos y los perros ladraran repentinamente cuando ocurrió. Joselyn tenía que ir a su casa, y de algún modo no quería abandonar a su amigo en ese estado. A medida que iban corriendo por las calles, los transeúntes recibían llamadas, mirara a donde mirara, lo hacían. Los autos empezaban a chocarse, otros se saltaban las luces de tráfico, todo era un caos.
Joselyn, a lo lejos, vió su apartamento y corrió más rápido aunque sus piernas ya le dolían y su respiración se cortaba. Mathias, si podía con la dura distancia y no se le veía tan afectado. Sabía que su amiga no iba a dejar que se fuera solo, y él tenía bastante miedo como para estarlo.
Al llegar a la entrada de su apartamento, un cuerpo cayó justo al lado de los dos, un sonido seco dejó en shock al dúo. Joselyn se atrevió a mirar: una persona se había tirado de su apartamento, su cabeza estaba desparramada, su cuerpo, inmóvil, yacía muerto.
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Cuentos frustrantes para personas felices
General FictionPequeños relatos en el cual la base de las historias no es la felicidad del todo; se ahondará en lo más melancólico, irritante, perturbador y simplemente frustrante. Calificado para aquellos que tienen un día feliz y quieren arruinarlo por historias...