Parte unica.

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Y allí estaba él de nuevo, observando de lejos como la hermosa rubia platicaba a gusto con aquel sujeto que estrangulaba en sus sueños más bellos.

Y es que Nathaniel no podía hacer más. Chloe se veía radiante mientras aquel castaño le comentaba algún tema que sinceramente, al pelirrojo le importaba un comino.

Desde que entraron a la universidad, todo había cambiado entre el y aquella joven de profundos ojos azul rey. Chloe había perdido recientemente a sus dos mejores amigos. El rubio se había marchado junto a su novia a Londres, pues estudiarían en una universidad muy prestigiosa de allí, y Sabrina había emigrado hasta Nueva York, en busca de nuevos horizontes. Por esa razón el pelirrojo y ella poco a poco fueron mejorando su relación, hasta el punto de entablar una cercana amistad.

Pero había sido hasta hace un año, cuando aquel aspirante a empresario había entrado a la vida de ambos, cuando todo en el corazón del pelirrojo se aclaró.

Claude Faure-Dumont, aquel Ojiazul grisáceo que posó su mirada sobre la hija del alcalde, despertando un sentimiento en el pelirrojo que jamás creyó que la rubia provocaría en él.

Estaba celoso, y mucho.

No soportaba ver al castaño elogiando a la joven, notar como le sonreía con un toque de coquetería y ella reía cómplice, o la manera en que esta hablaba algunas veces de el. Simplemente no podía.

¿Y quien lo culpaba?, se había enamorado de aquella joven como un idiota.

Amaba cada parte de su ser. Su sonrisa sincera cuando estaban a solas, la manera en que su nariz se arrugaba al reír, sus ojos que escudriñaban cada parte de su ser cuando le ocultaba algo, su alma de niña que quiere libertad y pide a gritos de ser amada, sus jugarretas de pre-escolar cuando ya estaba en la universidad, aquella inexperiencia en la amistad que la hacia cometer algunos errores, aquellos labios... Oh si pudiera le dedicaría miles de versos a aquella parte de su rostro que tantas veces lo tentaba a hacer una locura, aquellos que se entre abrían cuando pensaba, y que actualmente llevaban un labial color cereza a tono con aquel vestido que resaltaba sus exorbitantes curvas.

Estaba enamorado del arte más bello, y no podía hablar. Era mejor tener su amistad, que arriesgarse y perder aquella cercanía que tanto le costó adquirir.

El joven no soportó más esa escena, tomó sus cosas y se fue directo a su pequeño departamento, como bastantes universitarios de 20 años, Nathaniel tenia su propia morada de soltero, llena de lienzos hechos por el, todo bastante pulcro, ordenado, y con un toque de estilo, pues la rubia fue quien lo había ayudado a decorar.

Llegó a su hogar y se lanzó de cara a la cama, no quería seguir sintiendo aquella presión en su pecho, no quería seguir sufriendo por amar de manera tan intensa a una mujer inalcanzable.

Pero a los pocos minutos, tocaron la puerta del apartamento.

Pasarás por casa,
Sin llamar, sin avisar
No somos nada en especial.


Se levantó de su cómoda cama y abrió la puerta, dejando entrar a aquella joven que atormentaba sus pensamientos

— ¿Que ocurre Chloe? ¿Por qué estas aquí? —. Suspiró, mientras la rubia entraba como si nada a su hogar y hacia un gesto ofendido.

— ¿Acaso no puedo visitar a mi querido amigo?, solo quería saber por que te fuiste sin despedirte de mi —. Y ahí estaba de nuevo, ese puchero tierno acompañado de un tono de diva , que hacia que el pelirrojo ignorara los dolorosos sentimientos ante la palabra "Amigo", y se concentrara en mirar la expresión en aquel rostro perfecto.

¿Quien dijo amigos?// NathloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora