Carla

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Hacía muchos años que no visitaba aquella casa, siempre fue diferente a los demás de alguna manera y aquí estaba frente a frente. Había sido el lugar de mis más grandes sueños, como ahora lo será de mis pesadillas. Me insistí que aquel lugar no tenía nada de especial y sin embargo noté algo raro, algo que me llamaba.

Ahí vivía Carla mi mejor amiga de la infancia. Ella siempre fue alegre y ágil de mente, cualidades que hicieron de mi infancia un mundo de aventuras aunque de vez en cuando notaba que algo le pasaba, algo que la perturbaba y cuando le preguntaba sobre eso siempre me decía que no pudo dormir ya que había visto una película, para inmediatamente empezar otro juego y dejar el tema de lado.

En la sala en la que jugábamos había un gran espejo que siempre me intrigo, era redondo con un marco de bronce con la frase "los espejos son los testigos mudos de las casas" escrita en relieve. Nunca lo entendí.

Todo fue felicidad hasta el día en que se murió. Nunca supe de qué y mis padres no me quisieron decir. La habitación donde fue velada estaba vacía, exceptuando el féretro cerrado y el espejo que yacía atrás de este.

El padre de Carla no estuvo presente en el funeral y la madre se largó unos días después del entierro, dejando la casa sola con todo lo que había dentro. Hoy pase y la casa estaba abierta. Había sido saqueada. Se llevaron todo lo de valor. Me gano la melancolía al recordar aquellos momentos de la infancia y me decidí a entrar.

Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo y muchas telarañas. Mi mirada se dirigió al espejo. Se había caído y cuando lo recogí para volverlo a poner en su sitio note que había una vieja cinta de video con una etiqueta que decía "papi no es bueno". Vi que estaba escrito con la letra de Carla y Salí rápidamente a buscar donde reproducirla. Cuando lo logre note que era una grabación hecha desde la perspectiva del espejo. Todo se veía tranquilo, Carla coloreando en su libreta sobre la alfombra, su mama leyendo en el sillón hasta que llegó su padre en estado de ebriedad. Le gritó a su esposa y la encerró en el closet, luego poso los ojos en Carla. Entonces se quitó el cinturón y comenzó a alternar golpes y toqueteos.

Fue suficiente, no pude ver más, había comprendido el mensaje del espejo.

CarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora