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Y desapareció, de la noche a la mañana, aquella persona que me guiaba con su voz a través de mi oscuridad.
Su sonrisa se desvaneció como el humo, el mismo humo que me envenenó desde adentro y me destruyó con el tiempo.
Sin decir ni una sola palabra, sin siquiera decirme adiós, ella se fué lejos y se llevó mi corazón, mi alma, mi felicidad… sin siquiera saberlo.
Ella, la rosa más hermosa que alguna vez pudo existir en medio de un desierto y que terminó hiriendo con sus espinas, a medida que crecía y florecía, a ese pequeño ecosistema: mi corazón.
¿Y ahora qué hago yo? ¿cómo puedo dejar de llorar? ¿cómo puedo superar algo que nunca comenzó?
Algunas veces pienso: «ojalá nunca me la hubiese encontrado», pero luego pienso: «Si no hubiese sido por ella no sería la persona que soy ahora»; la amo y la odio, pero no la tengo ni la puedo dejar porque ella es como oxígeno, el oxígeno que necesito para poder vivir.
Desde el momento en el que me miró a los ojos, por primera vez, logró convertir en polvo mi armadura de indiferencia y frialdad. Ella pudo ver mi alma, mi ser y mi buen corazón. Ella pudo conocerme realmente y me dió la seguridad que jamás había experimentado antes… esa seguridad que me confirmaba que ella era todo lo que necesitaba.
Pero como si hubiese sido una estrella fugaz, pasé rápidamente, pero ella estaba de espaldas y no me pudo ver. Me extinguí, desaparecí mientras ella apreciaba otras estrellas.
Y todos me dicen: “si no fue, hubo una razón; llegará alguien más; eras demasiado para ella; lo superarás” pero nadie sabe todo lo que ella hizo por mí: por ella mejoré, por ella me esforcé, por ella conocí un nuevo mundo… aunque por ella también caí, me lastimé y destruí mi propio mundo.
Y ahora camino, pero sin rumbo, sin corazón y sin destino por el mundo, existiendo sin razón y sin ningún sentimiento o emoción.
Todo este tiempo he estado buscándola: en la calle, en los lugares a los que solíamos acudir, en otras chicas, pero no importa cuánto lo intente, ella se ha ido y solo la encuentro en mi mente, cuando cierro los ojos.
Me encierro, lloro, grito, pero nadie me escucha; nadie logra ver la tristeza en mis ojos, nadie nota mi sonrisa falsa… Nadie se da cuenta de cuánto sufro, ni siquiera ella notó cuando comencé a mentirle a sus ojos.
Pero, ¿podrías regresar? Por favor…
Por favor…
Yo te necesito, te lo suplico.
Te amo, te amo… te amo tanto, aunque nunca te lo demostré apropiadamente.
Necesito escucharte, sentirte, observarte, apreciarte… aunque sea de lejos y en silencio, aunque deba aguantarme las ganas de abrazarte y besarte… solo con sentir tu presencia puedo conformarme.
Y quisiera devolver el tiempo para arreglarlo todo, quisiera haber sido más valiente, desearía haberme arriesgado, desearía haberlo comprendido desde el principio; tú de verdad me querías.
Me destruye saber que nuestro camino se separó hace tanto tiempo.
Solo puedo llorar y gritar entre mis cuatro paredes, solo puedo destruir todo a mi alrededor y lastimarme hasta cansarme, hasta dormirme mientras ruego por no despertarme.
Ya han pasado años desde que dejé de sentirme viva, han pasado años desde que finjo estar bien, han pasado años… Y ya no puedo más, lo siento.
¿Sabes? Creo que también debería irme, pero aún más lejos: a un lugar en el que nos encontraremos rápidamente y donde podré tenerte en mis brazos para siempre, porque por más que lo intente no puedo olvidarte.
Quizás pueda verte después de la muerte, quizás podré encontrarte.
🐨
Jennie se levantó del sofá, con una botella de licor casi vacía en su mano, y caminó hasta su habitación, tambaleándose y tumbando varias cosas a su paso.
Se acercó a su mesa de noche y se sentó en el suelo, apoyando su espalda en el lateral de su cama.
Torpemente sacó del cajón una pequeña caja que tenía un anillo en su interior.
Miró el anillo, con lágrimas en sus ojos, y se lo colocó en el dedo anular de su mano derecha.
Una voz regresó a su mente: “Jendeukie~”
Jennie frunció el ceño y lanzó la botella contra la pared.
Un fuerte grito de dolor que desgarraba su alma se hizo presente en el silencioso apartamento. Nadie la escuchó… la tormenta no estaba a favor de su salvación.
Jennie volvió a levantarse, mientras lágrimas recorrían sus mejillas, y comenzó a tirar todas sus cosas por la habitación, desesperada y dolida.
Y en su mente sólo podía verla a ella, otra vez, aunque tenía los ojos abiertos. Su mirada se perdió en la oscuridad.
La locura consumió su realidad.
Esa voz la llamaba, le susurraba al oído que la siguiera. Jennie obedeció.
Tomó un lápiz y un papel. Torpemente escribió un “Hasta luego” acompañado de un pequeño mensaje para todas las personas con las que compartió. Luego, dejó la nota en la mesa de noche, junto a la foto que tenía con esa persona.
Jennie se dirigió al baño. Se sentó en la bañera, con la ropa aún puesta, y abrió la llave. El agua la empapó lentamente.
Jennie se acostó cómodamente y, mirando hacia el techo, comenzó a recordar todas esas palabras cariñosas, miradas amorosas y risas contagiosas que compartió con esa chica alta y rubia que lograba hacerla sentir realmente especial.
El agua empezó a derramarse por fuera de la bañera y Jennie, lentamente, se sumergió.
Con lágrimas y una sonrisa, Jennie se despidió, aunque nadie estuviese con ella.
Allí terminó su existencia.
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Jennie abrió los ojos y vió una luz al final de un pasillo.
“Nini~ Por aquí” Dijo esa melodiosa voz.
Jennie comenzó a correr hacia esa voz, hacia esa luz, porque sabía que era ella; sentía su presencia.
Y al llegar al final, allí estaba...
“¿Por qué tardaste tanto, Jen~?” Dijo una chica alta y rubia con una gran sonrisa en los labios en medio de un campo de rosas.
“Nunca vuelvas a dejarme, idiota” Respondió Jennie con lágrimas y una sonrisa en sus labios.
Y sin pensarlo dos veces, se abrazaron para luego darse un segundo beso, porque el primero ya se lo habían dado con el corazón.
Fin.
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After the death.
FanfictionOne-shot: Jenlisa. 🖤 POV Jennie. 🐨 POV Omnisciente. Portada hecha por: SweetMandessV