Siendo sincero, no tenía muchas ganas de escribir. Mi cuerpo es más melancolía que carne ahora mismo. Solo puedo sentir una sola cosa: Dolor. Estoy muy desbastado y siento que no hay consuelo para esto.
Hoy, parecía un día como cualquier otro. Pero este día había salido bastante bien, dentro de lo que cabe. Por lo que pensaba que nada podía arruinarlo. Entonces con todo mi entusiasmo, me dispuse a salir del instituto. Al subir al coche de mi madre pude ver su expresión de angustia. Entonces casi ni dudé en preguntarle:
- Mamá, ¿estás bien?.- Mi madre se incorporó y se secó las lágrimas. Intentado recomponerse y sin hacer nada más que un suspiro muy pesado, quiso hilvanar algunas silabas que le constaron pronunciar.
- Tengo algo que decirte, Martin.- Sostuvo la mirada al frente sin hacer contacto mínimo conmigo. Me preocupé aun más por lo que sucedía. Pero me mantuve en silencio para dejarla terminar.
- Ya eres mayor y tienes que entender que estas cosas pasan. Son cosas que le suceden a todos. Pero debes entender que es duro.- Me acomodé en el asiento del auto.
- Mamá, dime qué pasa. Me estoy asustando.- Entonces la mujer tomó una bocanada de aire que le hincho el pecho. La soltó con violencia, se sujetó la frente y abrió la boca con mucho dolor y dijo:
- Ha muerto tu abuela.-
El silencio invadió el auto mientras que quería tragar esa noticia. Me quería creer que era una elaborada y muy bien hecha broma de mal gusto. Pero el tono tan convincente que mi madre le había puesto a esas cuatro palabras, bastó para desmoronar cada centímetro de mi ser. El llanto era lo inevitable, pero me reprimí. Solo me limité a mirar hacia adelante y dejar caer dos o tres lágrimas de la comisura de mi ojo. Mamá me miró y vio algo más que dos lágrimas saliendo de mis ojos. Ella vio e interpretó todo lo que yo tenía dentro mio. El odio, el dolor, la rabia, las preguntas, el querer salir del auto y romperlo a patadas. Al menos es lo que yo pensé cuando me miró. Ella me abrazó y en silencio volvimos a casa.
- Yo voy a visitar a tus tíos, será un rato. Prometo volver pronto.- Dijo ya con una cara menos triste.
- Está bien.- Solo le respondí y bajé del auto.
Solo bastaron unos pasos para llegar a la puerta de mi casa, entrar y dejar que mi madre partiera al encuentro con mis tíos. En el momento que cerré la puerta, hubo un *crack* dentro de mí. Algo dentro de mí que estaba acumulando desde la noticia llegó a mis oídos, sobrepasó mi capacidad de retención. Supongo que fue el momento en el que pude comprender lo que mi madre me dijo, quizá fue cuando procesé la información o solo fue la confusión que no me dejaba pensar claramente; y por eso sucedió ese *crack*. Solo pude mantenerme en pié y llorar luego del *crack* que sentí. Lloré, preguntando porqué estaba pasando eso. Lágrimas escapaban de mis ojos como prófugos de una prisión después de una revuelta.
Solté la mochila para poder mantener el equilibrio, no caer y sentirme más humillado de lo que estaba. Aunque estaba solo, no había nadie en casa excepto yo, me sentía humillado por llorar así. Siempre odié llorar, porque siento que es la expresión más desesperada de un alma dolorida. Porque siento que es la forma más critica de demostrar que estas quebrandote por dentro. Por eso no me gusta y nunca me ha gustado llorar. Porque me hace sentir que me humillo delante de los que me están viendo. Pero allí estaba, llorando y haciendo el esfuerzo de detenerme en la soledad del pasillo de mi casa. Sin llegar a ningún lado, manteniendo la respiración entrecortada y desconsolado.
Pero desconsolado porque yo prefería estar así, porque no tenía la necesidad de que nadie más me viera sufrir. Aún así me quede por un rato en el suelo con la espalda en la puerta y los ojos hinchados de tanto llorar. Habrán pasado diez minutos y pude respirar bien, sin arrastrar lágrimas o mocos. Seguía insatisfecho, todavía no me había descargado del todo. No estaba vació de dolor, quedaba algo muy pequeño dentro de mí. Que solo podía sentir y no podía sacarlo.
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El Diario de Martin Lewis.
Short StoryMartin es un hombre que toma la decisión de relatar su vida a través de un diario. Donde cuenta sus experiencias tanto de joven, como de adulto. Los capítulos están en desorden por una cuestión de que la recopilación de los mismo fue muy complicada...