Have mercy on me...

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—Quítate los zapatos. —Ordenó uno de esos policías que estaban ahí. JiMin obedeció, ya que varios lo observaban y su pequeño cuerpo tembló, quitándolos de inmediato.

—La ropa también; junto la interior y los pendientes. —Nuevamente obedeció. Quitó su pantalón negro y aquella camiseta azul cielo manchada de sangre, quedando totalmente desnudo ante aquellos hombres, luego, quitó sus pendientes.

Quedó totalmente sin nada.

Al término, los policías le entregaron su uniforme, uno pulcro y sin emoción, grisáceo y triste. Sería su nuevo vestuario de ahora en adelante, por cinco largos años.

Se metió a la ducha como le habían indicado, JiMin ni siquiera se había molestado en decir algo, pues su llanto se lo impedía, aunque ahora ya no suplicaba, pero aquellas gotas bajaban por su mejilla, lentamente, una a una. Aún a pesar de estar bajo el agua fría de la regadera, pero tenía que dejar de hacerlo, dejar de llorar, porque a donde iba después, no sería bueno que le vieran llorando.

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JiMin estaba caminando por todas esas celdas, con un policía a cada lado de él. El lugar estaba totalmente helado, le daba una vibra tenebrosa y un escalofrío impresionante. Escuchaba varios gritos y chiflidos dirigidos a su persona, y otros, le gritaban palabras obscenas junto a algunos gestos que JiMin no pudo interpretar por más que quisiera.

Su cuerpo nuevamente estaba temblando y sus incisivos apretaron su inferior para poder ahogar su llanto. No podía llorar, no de nuevo y mucho menos en ese lugar.

Estaban en el apartado “A” de todas las celdas, celdas donde sólo se encontraban aquellos reos más ‘decentes’, aquellos a quienes les asignaron una menor condena, pero JiMin seguía teniendo miedo. No, definitivamente no se miraban de confianza.

—Bien muchacho, éste es tu nuevo hogar. —El policía dió un empujón a JiMin quien chocó contra aquella fría celda, de espaldas. Recién cuando pudo echar un vistazo, notó a un reo dentro, uno de cabellos plateados y con ligeros rizos en las puntas; sentado, mirándolo directamente, JiMin se asustó y se echó hacia atrás, negando, dándoles la cara a aquellos policías.

—Ha s-sido un error... Soy i-inocente, por favor. —Uno de esos policías comenzó a reír y el otro solamente le abrió la puerta, facilitándole el trabajo a su compañero, empujó de nuevo a JiMin dentro de aquél frío y oscuro lugar, cayéndose de sentón en el piso, se levantó rápido pero uno de esos policías fue más rápido y le cerró la puerta, tomando cada tubo de aquellas rejas, JiMin gritó:

—¡Les juro que lo soy! ¡No quiero estar aquí! ¡Ayúdenme! —Habló con una voz rota y ronca, de tanto llorar y gritar, se había lastimado.

Su cabeza se detuvo a descansar cuando no vio más a esos policías y llorar en silencio en aquellos mismos, pero se detuvo justo cuando escuchó una risa, una risa de aquél reo con quien compartía celda, por lo que solo abrió los ojos y se giró en su lugar, quitando las escasas lágrimas que tenía, el muchacho de cabellera platinada sólo le quedó mirando directamente.

—No te harán caso, yo ya pasé por eso. —Mencionó el mismo, caminando hasta la pequeña figura de JiMin, pues el mencionado solo se quedó como una estatua, sin mover un solo dedo, ni siquiera hablar. —¿Te comieron la lengua las ratas de acá? Sabía que daban comida asquerosa pero nunca imaginé que dieran de comer una rat-...

THE INNOCENT OF JEONGGUK - ̗̀ KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora