temptationis

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    De la cabeza a los pies te miras, belleza pura, belleza nata, belleza que embriaga y deleita. Belleza que amenaza y delata. Danzas al compás de una melodía que retumba en las montañas, acompasándola con el tenor de tu voz en un cántico dulce que arrulla a las plantas.
 
  La yerba te recibe como su colchón al igual que un mar de margaritas combinadas con dientes de león y un par de crisantemos que te susurran una triste historia de amor. Tus párpados cansados caen y el viento te canturrea "bendita azucena", el agua te mece y la tierra te renueva.
 
  Un venado te ronda con intenciones poco certeras, pero lo recibes, regalándole parte de tu vida como a todo ser vivo que se acerca con pena. Acaricias su lomo, su mandíbula, las coronas y él te jura amor eterno como todos los que te acechan, azucena bella.
 
  El cielo de un tono claro comienza a verse opacado por nubes negras. Tu rostro yace mojado después de un rato, pero eso no impide que la felicidad siga flotando por todo tu espacio. Sientes que un juego ha comenzado. La presa eres tú y el cazador busca el momento adecuado para atrapar al lirio más deseado.
 
  No tienes ganas de huir, pero consideras inapropiado rechazar el juego planteado por un nuevo humano. Corres, saltas y retienes tu respiración, buscando una salvación al ocultarte detrás de un arbusto que habías visto con premeditación. El cazador te atrapa, pero como todos los días se retracta y derrama lágrimas gritando "¡o lirio casto, perdona mis pecados!".
 
  Cuando te regala una rosa blanca sonríe adulando tu pureza. La flor la utilizas para terminar de adornar una corona que colocas en tu cabeza. Miras al horizonte y te formulas la misma pregunta cotidiana, piensas en el futuro, pasado y sobre cuándo dejarás de ser el lirio más deseado. 

lilium/amarilisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora