Capítulo 1

3.3K 46 8
                                    

Estaba con mis amigas en el Claire's esa tienda que tanto me gusta, y de repente empecé a encontrarme mal, a marearme, y a sentir que iba a desmayarme. Entonces tú me viste y te acercaste a mí,
—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algo?—me dijiste.
—Me estoy mareando, siento que me voy a desmayar—te dije, esa era la verdad.
—Vale, ven conmigo—me respondiste mostrando una gran seguridad en ti misma.
No sé de que manera, conseguiste llevarme hasta un banco junto al cual había una farmacia.
—Espera aquí, ahora vuelvo—me dijiste mientras te dirigías hacia allí.
Y yo así lo hice, me quedé sentada esperando en el banco.
Cuando volviste tenías en la mano una pastilla y un vaso con agua.
—Esto te hará sentir mejor—me afirmaste mientras me acariciabas la mejilla.
Yo me lo tomé.
Tiempo después, empecé a sentirme mejor, y comenzamos a hablar. Tú no te habías separado de mí en ningún momento.
Por fin pude fijarme bien en ti y en tus facciones. Tenías el pelo negro, cortado de forma irregular, por un lado media melena y por el otro un poco por debajo de los hombros, también llevabas un flequillo en forma de cortinilla. Llevabas unas gafas cuadradas, también de color negro. Tú tono de piel era muy blanco. Eras bastante alta y delgada, casi sin pecho. Llevabas una camisa blanca-azulada, una falda con tirantes que pasaban por encima de la camisa, unos leggins y unos botines, todo esto también de color negro.
Eras bastante lo contrario a mi prototipo de chica, pero nada más verte, me enamoré de ti.
Ahí sí que comenzamos a hablar.
—Muchas gracias por quedarte aquí conmigo.
—No tienes que darlas, me preocupé mucho al verte.
—No sé que me ha pasado, supongo que habrá sido un bajón de azúcar.
—¿Pero ya te encuentras mejor?
—Sí, mucho mejor, gracias.
—Me alegro, menos mal.
—¿Cómo te llamas?
—Natalia, ¿y tú?
—Yo María.
—Pues encantada de conocerte María.
—Lo mismo digo Natalia.
Nos sonreímos, y después de esas sonrisas comenzó todo.
No sé como pasó, pero cuando quise darme cuenta, estabas sentada en el banco a mi lado. Y estabas jugando, con mi cara, con mis mofletes, con mis comisuras, con mis labios. Estábamos besándonos, y es la mejor sensación que había experimentado nunca, besarte.
No sé cuanto tiempo pasamos así, pero me habría quedado así el resto de mi vida.

Amor de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora